domingo, 28 de diciembre de 2014

En torno al Marqués de Sade (I)



Un personaje histórico altamente interesante en su peripecia vital y como filósofo menor de la ilustración invertida (negativa) o anti-ilustración; pues como el primer pornógrafo, sus novelas y textos - eróticos dicen algunos, pornográficos los considero yo (sin ningún tono peyorativo) - sirven de pretexto y modo de ocultación de una escritura irónica e hiperbólica (al estilo de Descartes), cuyo contenido polemizaba y cuestionaba, no solo el orden de reglas y normas morales de una sociedad ya alienante; sino que cuestionaba (directamente las negaba) las más altas creencias y convicciones sobre Dios, la religión, la naturaleza (también la naturaleza humana), el hombre y la relación antagónica entre el bien y el mal absoluto, polemizando con Kant, Voltaire y Rousseau. Oponiéndose así a todos los principios y al proyecto mismo de la Ilustración, pues la "diosa Razón" no era otra cosa que una explotación y una "prostitución de la Razón", capaz de defender y justificar cualquier atrocidad ( el terror de Marat y Robespierre).

 Este personaje es el entrañable Marqués de Sade (1740-1814), nacido en el seno de una familia de la antigua nobleza francesa; desde los catorce años servia como soldado del rey, y llega a participar en la guerra de los siete años. Formado en el servicio de las armas, por instigación familiar, llega a ser administrador real y gobernador de Provenza, casándose (matrimonio forzado) con la hija del presidente del tribunal superior de impuestos de  Montreuil. Confrontado en una relación de amor y odio radical con su suegra, llega a ser protegido por ella en diversos escándalos que sobrepasan el libertinaje, y a su vez acusado por ella por los mismos motivos. Dichas idas y venidas psicológicas siguen la misma lógica que la economía corporal de nuestro marqués, pues estuvo encarcelado por el antiguo régimen, su suegra (diez años en prisión), y por los revolucionarios; que lo acusaron de "moderantista" durante la revolución francesa de 1789. Viajes de ida y vuelta a las mazmorras que no complacían sus prácticas sexuales de "placer-tortura", pero que ayudaban a establecer un orden silencioso de trabajo, pues allí escribía sus homónimas novelas pornográfico-filosóficas. En su encarcelamiento como "moderantista" de 1794-1795 escribió La filosofía en el tocador, una de sus obras más conocidas, cuyo contenido filosófico es equiparable a obras como el "Cándido" de Voltaire, o el "Emilio" de Rousseau. Los escándalos le acompañaron siempre, no por el libertinaje y el adulterio, pues eran moneda de cambio entre la nobleza, según nos cuenta Safranski, sino por el establecimiento de "rituales" cotidianos de daños sistemáticos al cuerpo, orgías homosexuales, incestos, envenenamientos, pedofilia, torturas etc. Un largo listado de perversiones y parafilias que servirán como mina de oro para teóricos como Adorno o Freud.

El escándalo más sonado fue el caso "Rose Keller" (1763), que según nos cuenta Safranski, el propio Sade no admitió, y hoy día no sabemos si la mitología que le acompaña es del todo verídica, si esta exagerada, inflada y sobre-explotada (...) Como iba diciendo, a Sade se le acusó de azotar a una prostituta, luego le produjo cortes con un cuchillo y derramó cera caliente en las heridas y la incitó a la lascivia con símbolos cristianos, mientras le introducía hostias en las diversas oberturas de su cuerpo. También fue acusado diversas veces de intento de asesinato, torturas y envenenamiento de prostitutas y niñas. Dichas acusaciones y castigos hacia su persona (encarcelamiento sistemático) no me llamarían la atención, si no fuera por la coincidencia entre su figura corruptora y "siniestra" y los nuevos cambios en las técnicas, dispositivos y estrategias del poder. Porque en el S.XVIII, como muy bien reflexionó Foucault en "Vigilar y Castigar", se produjo un cambio de los juicios penales, las estructuras políticas (panóptico) de control, castigo y disciplina, y las relaciones espacio-temporales en lo público y lo privado. Los castigos penales del S.XIII al S.XVII se basaban íntegramente en el suplicio público al cuerpo, en el espectáculo de la tortura, en la "marca", la "huella", y el "rastro" de la condena inscrita en el propio cuerpo carnal ante una plaza pública, una multitud de personas cómplices y participantes, que le reconocían el delito, la pena y la culpa. La paradoja se produce en que, mientras las nuevas técnicas y estrategias sutiles y espirituales (las penas se centraban en la pérdida de bienes y de derechos, y no en el castigo y suplicio público al cuerpo) de castigo y poder se ocultaban, silenciaban, ensombrecían y se privatizaban, Sade construyo un mundo, de la orgía pública, del goce universal, de la supresión y sustitución del poder por el placer y el goce, de la racionalización de las relaciones, al gobierno de las pasiones desenfrenadas etc.

 Podemos decir desde la perspectiva de hoy, que Sade publicitaba con sus ideas la "antítesis" de los tiempos, denunciaba la incoherencia y contradicción de la política para con la vida natural-ontológica, y encendía los motores de la dialéctica y la lógica de la desintegración de lo establecido. Iniciaba un período de negación material de lo real a través de sus obras literarias, de sus gestos textuales; además de ejemplificar vivamente la contradicción entre las lógicas, dispositivos, técnicas y redes de relaciones del poder institucional y estructural espacio-temporal de las relaciones sociales, y el retorno irónico e hiperbólico de la simplicidad y desenfreno (liberación y emancipación) del orden natural. Dicho de otro modo, de aquella complejidad que denunciaba Foucault de las relaciones normativas y reguladoras al margen de la ley, como producto político, y la racionalización de los espacios y ámbitos vitales que se estaban llevando a cabo en el S.XVIII; Sade aparece como la contradicción de los tiempos, la antítesis, el anacrónico, el anti-hombre (anti-cristo), en definitiva el adanismo de su tiempo. Pues promulgaba un retorno a la ley natural, la supresión del fundamento de las normas morales y sociales, sus ideas eran el antagonismo y la subversión del propio fundamento de la cultura. La posición e individualidad de Sade promulgaba "lo contrario", el retorno al mandato e disposición de la ley natural (Eros y Tanatos), es decir a la supremacía del "principio de placer" frente al "principio de realidad" constitutivo de la cultura y la civilización. A la sublimación del goce frente a la sublimación como productividad social de la cultura y las artes (oponiéndose a Freud); a la destrucción de las normas sociales, a la eliminación de toda verdad absoluta como fundamento de la política (algo que recogerán filósofos como Dewey, W.James, Rorty o I.Berlin). Sade es pues, una resistencia a la gobernabilidad de los instintos naturales; una resistencia al nuevo "sistema" regulativo y distributivo (espacio-temporal) que se estaba conformando en la Francia ilustrada. Pero lo que aún es más importante, es el subversivo y antagonismo ontológico de los cimientos de toda civilización, de los fundamentos de toda cultura descritos por Freud: orden, limpieza, represión libidinal e instintiva,sentimiento de culpa, necesidad de castigo, justicia, ciencias y artes. Sade es la representación intelectual y vital de la inhibición de la autoridad, de la conciencia moral, del sentimiento de castigo no como oposición, sino como sinónimo del placer, de la liberación de Eros y Tánatos, como binomio incontrovertibles sin oposición alguna, vinculando así destrucción y placer, muerte y amor, como lo hará Freud posteriormente. Pues, y aquí reside la cuestión, ¿cabe afirmar a Sade como un gran irónico e hiperbólico filósofo, al estilo de Descartes, que demostró la existencia de Dios a través del "genio maligno"; y por lo tanto interpretarlo invirtiendo todo lo que dice; como la antítesis de Freud? o ¿interpretarlo "literalmente" y concebirlo como un "proto-Freud", un precursor de las tesis de Freud? Ahí reside la problemática; sin embargo nada de lo dicho contradice las similitudes y diferencias con su tiempo (según la descripción de Foucault), con los fundamentos de la cultura según Freud, o con las oposiciones y conflicto entre naturaleza y cultura de sus contemporáneos (Rousseau).

Su figura como vemos es controvertida y polémica, entrañable y divertida si no llegamos a comulgar con su mito y nos acercamos al pensador que se esconde detrás de una pluma llena de talento e ironía, aunque quizás falta de la calidad e inteligencia literaria en algunos momentos. Pero de lo que no cabe duda, es de la frescura, radicalidad y originalidad de sus planteamientos filosóficos que subvirtieron el orden de una sociedad alienadora y reaccionaria como la del antiguo régimen; y levantaron odios y furiosos ataques por parte de los revolucionarios (su peor enemigo fue Rétif de la Bretonne, el ideólogo de el Burdel del Estado), al cuestionar sus ratio y fundamentos para la acción y la actividad del terror. Ya en el primer y tercer diálogo de La filosofía en el tocador, el "pérfido" marqués nos construye el marco sobre el que girará su temática: la legitimidad del mal absoluto y la inhibición del bien, la inversión de las normas y reglas establecidas respecto a lo bueno y lo malo, es decir la negación del consenso y el pacto (contrato) social, la propiedad privada o pública de los cuerpos concretos (...) Además podemos deducir que sus preguntas e interrogaciones podrían ser como estas: ¿existe o no existe un derecho del cuerpo individual para el placer? ¿es el hombre dueño de sus gustos e inclinaciones?, ¿debemos obedecer a las disposiciones naturales o suprimirlas por leyes culturales?, ¿si Dios a muerto, todo esta permitido?, ¿la razón puede justificarlo todo, atrocidades, asesinatos y violaciones?, ¿existe la obligatoriedad del goce; todos tenemos derecho a él?, ¿si somos republicanos e ilustrados, democratizaremos el goce y el placer disolviendo la individualidad?, ¿se puede instruir y educar en el amor y el placer?, ¿amor y placer, son cosas distintas?, ¿es posible el "amor puro" (a dios y entre los hombres)?, ¿cabe hablar de delitos, penas y culpas absolutas; existe la verdad pues? etc.

Un bloque temático de cuestiones que hemos desplegado esquemáticamente, pero que necesitan argumentación, toma de posición, crítica y polemización con otros autores, como Kant, los ilustrados franceses y Freud...















domingo, 21 de diciembre de 2014

Gustavo Bueno y la solidaridad polémica (yII)



Como hemos visto en el artículo anterior, el concepto de solidaridad, vamos a llamar realmente existente ( fundamentalismo democrático), presupone teóricamente dos fundamentos erróneos o falsos, estos son la idea de una sustancia como género humano, y la solidaridad en perspectiva monista, sometida a una realidad unidimensional, continua, unilateral, concatenada todo con todo etc. Es decir presupuestos que pueden desmitificarse fácilmente, pues la discontinuidad en la realidad es evidente, las contradicciones y los cortes o rupturas conflictivas son la lógica y dinámica propia de la historia. Y en el caso del género humano, podemos aducir que es una idea infundada en una, quizás mala interpretación, del primer Rousseau y la filosofía del "buen salvaje", de un individuo natural aislado y dado como acabado e irreductible en sí mismo, desposeído de un contexto y por lo tanto de una eticidad (hegeliana). No existe tal origen o inicio del "género humano", pues la primera aproximación al hombre y lo primero que es dado como primates-homínidos son los Australopithecus, Neanderthales (...) cuya condición de "personas" es inexistentes para poder considerarlas humanas; ya resultaría difícil llamarles "hombres", piensen que se haría hoy día si apareciera uno por alguna de nuestras casas, nuestras ciudades y demás, lo más probable sería una detención y estudio al estilo cobaya, una vulneración directa de los derechos humanos. A veces las categorías antropológicas echan por tierra conceptos metafísicos desligados de la realidad y fácilmente perfilados por oníricos planteamientos; y en este caso es evidente, pues el hombre es el resultado de un proceso evolutivo y una cadena o sucesión de determinaciones naturales que despliegan la "condición humana" de manera progresiva y evolutiva, nunca dadas de manera inmediata.

Como decía, hemos detectado dos nociones de solidaridad, la realmente existente que G.Bueno identifica como solidad armónica: la relación entre realidades que se identifican y se asimilan como continuas y unilaterales, que conspiran y aspiran a un mismo propósito y fin subjetivo, un mismo propósito voluntarista, pero que es capaz de armonizar la realidad objetiva y material. Y por otro lado, identificamos la solidaridad polémica, como dice Bueno: que consiste en una solidaridad del conflicto, la lucha, la oposición y la tensión entre partes que se niegan, entre grupos constituidos solidariamente "frente" a otros; una solidaridad interna de la enemistad externa y la animadversión, figuras que permanecen juntas y unidas para luchar entre sí, es decir, choque necesario entre solidaridades diversas y distintas, con fines distintos. La pretensión ideológica del fundamentalismo democrático consiste en eliminar la solidaridad polémica del marco de lo conceptual, de lo pensable y del espacio de la acción posible, pues funcionando como el universo cerrado unidimensional de Marcuse, la alteridad, la discontinuidad o el antagonismo radical, no pueden ser aceptados por la ideología dominante re-definitoria de lo real y lo posible. El fundamentalismo democrático opera pues como una suerte de ideología positiva unidimensional y sustituye la solidaridad polémica (la ontológicamente real) por la solidaridad armónica como única e indiscutible posibilidad y noción del concepto de solidaridad, niega así, no solo su ontología, sino su intrínseca polisemia. Llegados a este punto, Bueno, introduce una distinción de Durkheim sobre el concepto de solidaridad, una introducción afortunada para concretar y definir mejor, en qué consiste y cuál es la estructura ontológico-antropológica de la solidaridad; para Durkheim existen dos tipos de solidaridad en sociología: a) Solidaridad mecánica: es la solidaridad más primitiva, propia de "cosas iguales", es decir de sociedades pre-estatales, es decir comunidades totémicas o pre-totémicas si se quiere, cuya organización se produce a través de la fórmula igualdad=solidaridad, pues siguen la estructura de las tribus de anillos repetidos, es decir comunidades o pueblos que se organizan según una sucesión de anillos  distributivos y productivos, concatenados y progresivos como el cuerpo de una lombriz. b) Solidaridad orgánica: es la solidaridad propia de comunidades estatales y plenamente políticas (eticidad), donde la solidaridad se da entre organismos de partes heterógenas, engranadas y conectadas a-simétricamente unas con otras, en una totalidad orgánica múltiple, cuyas partes son inseparables, pues cada una es el eslabón necesario y suficiente para una totalidad orgánica y holística (pues igual que en un cuerpo humano, el todo es más que la suma de sus partes y algo distinto a ellas).

Para Durkheim pues, la solidaridad es eminentemente orgánica, es una necesidad y una determinación social, pues evoluciona al mismo tiempo que se transforman y cambian las organizaciones distributivas de las comunidades humanas. De la misma manera Bueno acepta tal distinción, y fecunda su concepto de solidaridad, que no es suyo en un sentido subjetivo, sino una elaboración objetiva (teórica) suya; pues une la solidaridad polémica con la solidaridad orgánica, noción ontológica y antropológica, que van con-sustancialmente ligadas y unidas en Bueno. Reforzando así la dinámica dialéctica, pues el organismo social apoya la organización de bloques o conjuntos heterogéneos y contrapuestos que se unen y constituyen en oposición a otros, frente y contra un tercero ajeno y distinto; por lo tanto si desaparece la oposición desaparece la solidaridad y el organismo mismo, esto es la ciudad o estado, cosa que históricamente no ha sucedido, pues las comunidades políticas han desaparecido por invasión externa, o bien por el predominio de un grupo interior solidario, pero no por la independencia absoluta de cada uno de sus miembros como un organismo autónomo. Un ejemplo de ello es la solidaridad obrera frente al capataz, la solidaridad de los ladrones frente a la ciudad, la solidaridad de los tiranos frente al pueblo, expresiones que poseen un sentido, y no la solidaridad humana, o la fiesta solidaria de la gamba roja, la paella solidaria de Marbella etc. Que no poseen ningún sentido, pues no dicen contra qué o quién tienen o necesitan ser solidarios, cuál es el obstáculo o límite antagónico. Como vemos, el concepto de solidaridad, se ha tomado siempre de manera positiva (claro y distinto) como una virtud o un valor en sí-mismo, y de una manera formal, un formalismo que conduce a presuponer implícitamente juicios de valor y categorías ontológicas que un formalismo abstracto no puede otorgar, más que por medio de la concreción en sus contenidos; es decir la solidaridad no puede verse formalmente sin su contenido material específico, se es solidario no en-sí, sino para algo específico. De este modo, las declaraciones por ejemplo de los políticos, cuando califican a un colega o compañero de "solidario" carecen de sentido y entidad, es necesario requerirles que especifiquen de qué contenido: ¿Ante sus amigos empresarios, ante sus amantes , ante sus camellos, ante sus abogados y a veces psiquiatras?

Para finalizar, G.Bueno realiza un análisis de la estructura biológica de la solidaridad, para demostrar que el intento de ampliar la solidaridad con los animales y el reino natural, es un contrasentido y obedece a criterios ideológicos y no filosóficos; pues dicho concepto de solidaridad polémica y orgánica en el reino animal y vegetal, es exactamente la definición de la Biocenosis. La tesis se sustenta en la misma idea de discontinuidad: los organismos naturales no se encuentran aislados, separaos e independientes unos de otros  (ni una célula, ni un árbol), irreductibles y desconectados de la red causal de determinaciones naturales; siempre viven condicionados pos su "población". Aquello que los biólogos llaman población, es una acumulación de organismos de una especie; cuando el conjunto forma una unión estable, que se reproduce, crece o decrece, es necesario que ese conjunto no este constituido por una sola formación, sino por muchas especies y poblaciones que por su carácter heterótrofo se alimentan unas de otras, y conforman una suerte de red de relaciones solidarias, en la que dependen unos de otros. La solidaridad orgánica es una solidaridad de organismos y seres vivientes heterótrofos, una solidaridad polémica (biocenosis), ya que su solidaridad supone la muerte constante y sistemática, la alimentación entre ellos es permanente y fija, de unos contra otros. Entonces, hablar de solidaridad con la naturaleza, es hablar de biocenosis, una solidaridad igual que en plano antropológico, polémica y orgánica, una superposición de grupos solidarios entre ellos y opuestos a otros, que les permite permanecer unidos y cohesionados en su solidaridad, subsistir en definitiva. Desmontando así, el mito de la Europa como unidad espiritual, sin conflictos ni contradicciones, unidimensional y acabada, cuyo problema es la voluntariedad y el deseo efectivo de sus componentes, y no su desarrollo dialéctico material, en que se ha construido como depredadora, parásito y devoradora de "otros". Quién piensa aún que la unión europea no se mantiene para competir con China, la India o EE.UU. Sin mitos intelectualistas o espirituales; la construcción de Europa es un acto de solidaridad, no como categoría moral, pues la solidaridad moral sustituye las verdaderas virtudes y valores como la generosidad de la Filia aristotélica o el Agape bíblico, o la caridad (caritas) como amor sin temor a pérdida agustiniano; sino que se mantiene como proyecto político en el más amplio sentido del término.






sábado, 20 de diciembre de 2014

Gustavo Bueno y la solidaridad polémica (I)



El concepto de solidaridad en nuestros días, es usado con total arbitrariedad, gratuidad e ignorancia no sólo por parte del más pintado hablante común, sino incluso por los más destacados "intelectuales" representados por la industria cultural. Se han llegado a escribir incluso artículos  y libros, y dictado conferencias (Ricoeur y Honneth) fundados en la solidaridad como ratio y centro de las categorías políticas y morales, como solución a los problemas políticos y éticos de la comunidad; es más, se ha llegado a citar, nombrar y deletrear dicha palabra hasta la extenuación y la saturación, llegando a conformar una suerte de escatología filosófica o masturbación analítica de la idea. La explotación de conceptos como solidaridad, paz, caridad, tolerancia, democracia, derechos, libertad, son en nuestras sociedades occidentales, el nuevo "opio del pueblo", y si además sumamos el fundamentalismo científico y socialdemócrata que todo hijo de vecino debe soportar, encontramos una poza perfecta para que el filósofo chapotee y se divierta con el fango y bajezas del "Pensmiento Alicia", como diría Bueno.

Gustavo Bueno (1924), es a mi juicio, la figura junto con Ortega, Zubiri y Zambrano, más destacada del pensamiento español estrictamente filosófico; y por supuesto el único filósofo español vivo (perdónenme: G.Albiac, V.G.Pin y F.M.Marzoa); pues filósofo es aquel que como hoy, ayer y siempre, posee un sistema filosófico ( o es un descubridor de alguna hazaña en historia de la filosofía y ha ampliado el horizonte de los conceptos de la tradición o de algún autor), y Bueno posee el flagrante y polémico "materialismo filosófico" como estandarte de sistema. Cierto es, que el sistema del materialismo filosófico cobijado entre las paredes de la Fundación Gustavo Bueno en Oviedo, es una corriente que ha creado secta; pues visionados casi todas las teselas, conferencias y sesiones de la fundación, y leyendo numerosos artículos; a ninguno del gremio (al que aún no pertenezco) le gustaría asistir como objeto de sus reflexiones, pues sería rápidamente deconstruido o destruido por un ejército de seguidores furibundos, discípulos agresivos e yihadistas del materialismo filosófico; cuyo objeto es promover y promulgar la filosofía de Bueno por la tierra y el universo, la escuche éste o ignore siquiera su existencia. Aunque caricaturesca, certera y precisa es mi apreciación del asunto, pues mucho le debo a Bueno, entre otras cosas el decidirme por estudiar filosofía (noble pero desagradecida tarea); por ello mismo no puedo menospreciar sus obras, artículos, conferencias (espectáculo digno de ver) o "broncas" literales en televisión. Encuentro en él, un filósofo con sistema, sólido, duro, preciso y riguroso, quizás demasiado enquistado y escayolado en su sistema, pero es lo que tiene tenerlo y usarlo; y como diría Arendt de Heidegger, veo en él un zorro atrapado en su misma trampa, un filósofo que se hace ideas de todo, y que cae en su propia idea como trampa.

El concepto de solidaridad, es un concepto sobado y amortizado hasta sus límites de decencia, así pues, he visto necesario ver que decía el bueno de Bueno sobre dicha cuestión, pues realiza un análisis ontológico, antropológico, jurídico y lógico de su estructura conceptual. Aquí me centraré en deshilachar la estructura metafísica del problema como aproximación a la des-activación operacional y funcional del mismo. El término de solidaridad se presenta necesariamente fundado (tal y como se usa hoy) en la noción más ambigua y sospechosa, de "género Humano" o "humanidad", un sujeto que no responde y una sustancia que no existe. Según Bueno, el género humano sustituye la función que cumplía Dios como unidad y creador de el mundo como auto-salida de-sí (de Dios), y despliegue de una auto-creación, una multiplicidad que se va creando a si misma; esto es, el hombre y el mundo. De la misma manera, dice, el género humano actúa como ese origen de lo auto-generado que son los distintos pueblos, culturas, comunidades (...) que nacen unidas y se separan, según una interpretación bíblica, por la caída y el pecado original. y según el marxismo por a-simetrías o discontinuidades materiales (existen mil interpretaciones antropológicas, psicológicas, políticas o éticas del asunto). Y que a lo largo de la historia se re-ajuntan y vuelven a unir, para dar lugar al "fin" de la historia, de los hombres, el crepúsculo del progreso o el último canto del cisne de la humanidad. Esta Humanidad sufre una caída, se dispersa y se enajena, se aliena en sus partes, hasta que se juntan y surgen los lazos de solidaridad, como máximo sentimiento evolutivo y avanzado del género o especie humana, como objetivo y propósito de la humanidad, cuyo reconocimiento va más allá de las relaciones mercantiles y jurídicas como dice Ricoeur. Éste es el concepto de solidaridad hoy; una solidaridad con el género Humano; una solidaridad como tendencia o virtud a reunir a todos los hombres en una sociedad de "paz perpetua" de fraternidad, hermandad y caridad (amor), en unión y armonía.

Dicha noción de solidaridad que vemos reflejada en la ideología del Pensamiento Alicia, en la "alianza de civilizaciones", en los discursos políticos nacionales e internacionales, en los debates televisivos, en la conversación con nuestra vecina pitonisa etc. Toma como presupuesto, la necesidad de una reconciliación, reconstrucción o re-escritura del género humano, aceptando así dos implicaciones: a) La existencia misma de un sujeto que es sustancia que es la humanidad, y que es anterior y original; b) La sustitución de las funciones de Dios (res infinita) por otra sustancia: la humana. Implicaciones altamente cuestionables, pero que no podemos ni debemos abordar aquí. El tema es la solidaridad en tanto que "simpatía por todo el mundo", simpatía por lo humano, por el origen que nos une y nos hace hermanos, nos determina mediante relaciones fraternales y de parentesco, de pertenencia y unidad original; ideas que Bueno identifica propias del S.XVIII y el monismo de H.Henkel y Oswald Spengler, monistas materialistas (burdo materialismo, no el filosófico). Analizando así la estructura antropológica y ontológica del concepto de solidaridad, fundado y constituido en el género humano como sustancia y una interpretación monista del mundo, una suerte de "todo esta relacionado con todo", algo muy distinto a que todo este co-determinado o concatenado por algo, un "todo tiene relación con algo", pero no todo con todo.  Por lo tanto, Bueno no se opone a concebir la co-determinación o concatenación causal de la realidad monista, sino a su total sustancialización y cierre, se acepta pues la "conexión" universal pero no total de todas cosas o elementos constitutivos con sus "otros".  Se afirma así que no existen elementos aislados, independientes o desligados de alguna relación o condición, de alguna determinación, pero no desde una perspectiva monista, pues el materialismo filosófico es pluralista, y acepta la "causalidad", el hecho que cada cosa este conectada o vinculada con otras, pero no que "todas lo estén con todas". Esto es lo que Gustavo Bueno llama la "symploké" platónica, es decir: la tesis que sostiene que si nada estuviera relacionado con nada, no podríamos conocer nada, y si todo estuviera conectado con todo, es decir si todo estuviera en todo y viceversa, entonces tampoco podríamos conocer nada; es necesario pues, un principio de discontinuidad como estructura de la realidad y la propia razón misma. Una discontinuidad, un corte o ruptura con un todo relacionado pero no continuo y recíproco en sus partes. Bueno, pone un ejemplo que a mi juicio es como imagen insuperable, pone de ejemplo un plano reglado, un espacio cuadriculado, un eje de coordenadas reglado, en que cada línea tiene sus paralelas, pero siempre hay horizontales o verticales que cortan y por lo tanto no existe ya la conexión de paralelas, pero todas poseen una y por lo tanto están conectadas o relacionadas con otras necesariamente aunque no simétrica o armónicamente continuas.

Lo mismo sucede con la solidaridad, puede que todo este en relación a algo, que se determine en relación a algo, que no exista hombre o individuo vinculado o conectado, pero siempre se corta y se limita esa unidad en "frente" de otras unidades relacionadas, por lo tanto la relación es disyunta e inconexa, no existe una vinculación de solidaridad con el todo. Dicho de otra manera, la solidaridad es propia de un grupo de personas unido que comparten intereses comunes y los comparten "frente" o "contra" un tercero, contra "otros", contra un obstáculo o límite de tus intereses grupales compartidos; por lo tanto, la solidaridad es un concepto negativo y no positivo, un concepto que se opone, que lucha y niega las determinaciones o condiciones de "otros" grupos solidarios, su lógica y dinámica de configuración en la realidad es dialéctica - es decir, si se es solidario con unos, se deja de serlo con otros - entonces la solidaridad de la humanidad no tendría sentido o significaría: a) solidaridad humana frente a la humanidad, y por lo tanto contra ella misma, contra nosotros mismos, somos solidarios con y contra nosotros mismos, con lo que estaríamos en las mismas (situaciones insolidarias); o en un vacío de significación; b) una solidaridad humana contra los marcianos, contra lo que no es humano, sean animales, dioses etc. Es decir la solidaridad debe plantearse desde el materialismo filosófico como un término dialéctico, esto es, en discontinuidad, ruptura y cortes constantes en la lógica de establecer relaciones de "simpatía fraternal unos con otros", existen pues oposiciones y contradicciones ontológicas en la propia realidad práctica que lo impiden, lo demás, monismos ideales (...) son mistificaciones y mitos políticos.