sábado, 29 de marzo de 2014

Habermas y la ética discursiva (I)





Jürgen Habermas (1929) filósofo alemán, mal heredero de la escuela de Frankfurt; sus presupuestos teóricos derivan de diversos y distintos campos y escuelas. Por un lado, encontramos herencias en la teoría de la comprensión e interpretación de la hermenéutica filosófica de Gadamer, por otro lado, vemos una influencia del segundo Wittgenstein y los juegos del lenguaje, y en la teoría de los actos de habla, de J.L Austin y J.Searle.

En este caso, lo que queremos exponer, una vez dichas las influencias y fuentes de su pensamiento, es una aproximación general a su ética discursiva; que él propone en "conciencia moral y acción comunicativa". Para Habermas el lenguje, lejos de describir meramente los hechos y los estados de cosas, también posee una función más dinámica y variable, es decir como instrumento de comunicación performativo. Tal lenguaje expresa una "esfera común" de los individuos que comparten una misma realidad lingüística, un "mundo de la vida" en la que los hablantes competentes del lenguaje, no sólo dan nombre  a las cosas y las relacionan entre sí; sino que "valoran" argumentativa-mente, y discuten normas y reglas regulativas de la acción. Esto es, normas y reglas morales para vivir en común. El lenguaje es público, común, intersubjetivo y esta regido por convenciones y reglas, y precisamente en este punto, es donde Habermas se aferrara como gato panza arriba, para fundamentar su ética discursiva. Que no es una teoría formal que proporcione contenido moral, resoluciones éticas y constituya imperativos y máximas para la acción; sino que conforma un procedimiento para determinar los criterios de validez y corrección de las normas morales y acuerdos normativos; y las condiciones y medios de aceptabilidad de un juicio moral.

La ética discursiva será un diálogo y discusión para recabar acuerdos y pactos entre hablantes competentes, que comparten una realidad lingüística común, sobre la validez y legitimidad de las normas. La validez y legitimidad (veracidad) de las normas, las proporciona las condiciones establecidas en la propia "acción comunicativa". Esta, proporciona unos a prioris y presupuestos universales que configuran y regulan los contenidos normativos de la praxis. Así pues, todo hablante, por el mero hecho de intervenir en la argumentación y ejecutar una acción comunicativa, toma conciencia del conjunto de condiciones necesarias para el entendimiento, y a su vez (y esencialmente) proporciona una dimensión moral a la acción lingüística. Por lo tanto, remitimos así, a una situación ideal de diálogo, en que se respeta el presupuesto fundamental de la comunicación, que al obtener una dimensión moral, se lleva a cabo en la praxis. Este es: el reconocimiento como iguales entre todos los participantes del diálogo y los afectados por la normatividad en la acción. El reconocimiento entre participantes igualmente libres y dignos, sólo se puede dar en esa situación  comunicativa ideal ( o imaginativa); y no en la comunicación en engaño, dominación, manipulación, interés, de silencio por parte de algunos interlocutores etc.

La misma acción comunicativa, es la que impone sus presupuestos generales y condiciones, como un ideal normativo. Constituye así, el fundamento de validez y legitimidad para la praxis discursiva que posibilita el acuerdo y consenso entre sujetos situados a priori, en una dimensión moral. Por el mero hecho de estar llevando a cabo una acción comunicativa óptima, que tendrá que concluir y sistematizarse en un sistema normativo o regulativo de la acción, es decir, aportando contenidos morales de manera positiva, no meramente fundamental. A esto, Habermas lo llama la prueba "pragmática trascendental". Pero que sólo son rigurosos y válidos, si se dan o concluyen desde este fundamento de condiciones previas de la acción comunicativa, que determinarán los principios o presupuestos de la ética discursiva.

Así, las normas de interacción y acción derivan de las formas y estructuras cognitivas del lenguaje, la ética discursiva representa lo que Reichenbach denominaba como el "paralelismo ético-cognoscitivo". Es decir, para Habermas el determinar el "deber ser" no es un mero convencionalismo, un pacto o contrato sin más, sino que es una forma de conocimiento, que hay que argumentar y dar buenas razones del "porqué". Dichas estructuras cognitivas, son la base de todo juicio moral, la naturaleza del cual debe ser: a) el cognitivismo, b) universalismo y c) el formalismo. Reglas que pueden ser resumidas muy rápidamente de la siguiente manera:

a) Cognitivismo: La ética y sus resultados o conclusiones pueden decidirse mediante razones "objetivas" e imparciales; válidas y legítimas para todos los participantes o afectados del diálogo. Dichas razones sostenidas por un lenguaje; son intersubjetivas, comparten un espacio común de comunicación y expresan una misma "realidad lingüística o esfera común". La estructura de los juicios morales por lo tanto, deriva de unas estructuras o formas cognitivas del lenguaje comunes a todo hablante. Pudiendo distinguir así, no entre juicios verdaderos o falsos relativos a una convención sin más; sino verdaderos o falsos en un sentido cognitivo, (para que un juicio sea cognitivo: debe superar un seguido de presupuestos, ejemplificados técnicamente en su libro; sería muy largo y costoso, a la vez que innecesario, reproducirlos aquí por mi parte).
b) Universalismo: Toda regla o ley moral debe poder ser universalizable, esto es, inclusiva. Debe incluir a todos los afectados y participantes, generalizando así la máxima. Todo el que forme parte de la argumentación debe estar de acurdo y llegar en lo fundamental a los mismos juicios de aceptabilidad de la norma de acción. A través del acuerdo y el consenso se sustancializa tal juicio moral, negando así cualquier forma de relativismo ético. Aquí la validez de los juicios, no depende de las pautas de racionalidad y valores de una cultura o forma de vida individual en las que se ve inscrito un sujeto, sino a esos presupuestos comunes a todo hablante por el mero hecho de ser hablante, y que hacen posible el reconocimiento mutuo, y la posibilidad de universalidad de las máximas.
c) Formalismo: Constituye la eliminación de los axiomas o principios a posteriori, orientados a conformar como regla general formas de vida concretas, historia vital individual, determinar ontológica-mente el prototipo de "vida buena" (...) O principios no racionales, o meramente pragmáticos-utilitarios. Sin un contenido axiomático (filosófico) a priori, orientado a proporcionar un juicio moral prescriptivo de ciertos contenidos morales que nieguen o se contrapongan a presupuesto generales de la "acción comunicativa".

Habermas identifica tres tipos de intereses distintos, que diversas teorías morales han usado para justificar sus contenidos: el interés técnico, el práctico y el emancipatorio. Este último será el que más interese al ecléctico filósofo alemán; ya que la misma "acción comunicativa", no es solamente una racionalidad instrumental, sino que recaba la comprensión y reconocimiento del "otro", no por practicidad o en búsqueda de un rendimiento exitoso o pragmático. Sino, por entenderlo como un fin en si mismo, y no un medio para un fin. El reconocimiento del "otro", es un reconocimiento como un igual (libre y digno), y por lo tanto como un fin. De esta manera pretende salvar el desfase entre teoría y práctica, aduciendo que la racionalidad ejercida es una racionalidad emancipadora, que funciona tanto como ideal teórico, y  a su vez es una finalidad empírica. Que lleva como proceso factual, el liberarse de la condición instrumental, técnico-práctica de otras éticas, que tratan así al sujeto, y no dan cuenta de la necesidad y capacidad, emancipadora del ser humano. ( la emancipación pretende la liberación del ser humano, a través de las ciencia sociales críticas).

La emancipación del hombres viene por la "comunicación" o interacción lingüística, cuyo telos es el "acuerdo" (dentro de una situación lingüística ideal). De este modo, la emancipación es el mismo "acto de habla" veraz, justo y libre. Requisitos que se cumplirán en toda situación comunicativa donde exista la simetría ideal, la horinzontalidad y reconocimiento entre los hablantes (por lo tanto, no dominación o verticalidad). Derivándose así su universalidad de la estructura cognitiva del lenguaje, puesta y dispuesta en la praxis discursiva óptima, que impondrá (del lenguaje) unas normas de interacción morales.














viernes, 28 de marzo de 2014

Michel Foucault; y la inauguración del presente (II)





Releyendo los dos textos que me sirvieron de pared maestra (¿qué es la crítica? y el seminario sobre ¿qués es la ilustración? de Kant) en el pasado artículo sobre el enigmático filósofo francés; me he dado cuenta de la enorme importancia y relevancia, no sólo de la distinción entre "analítica de la verdad" y "ontología del presente", de su irreconciliable condición, y su indisoluble relación de superposición de una y la otra. Sino de la importancia, de algo que se usa y desusa con vulgar cotidianidad, durante el rutinario advenimiento de los acontecimientos corrientes de la "metrópolis" ( posibilidad y condición para la necrópolis). Esto es: la "actitud crítica", que más allá de las conclusiones a las que podamos llegar, tras el análisis de dicho concepto o trans-concepto; desde luego es a su vez, la verdadera esencia de la relación entre la polémica distinción inaugural y fundacional de la pos-modernidad.

La "actitud crítica", en el texto de Foucault, remite a múltiples nociones y actitudes de "el arte de no ser gobernado" por múltiples formas de poder, por diversas maneras y medios de ser gobernados y de serlo por "este" o "ese" con un fin u otro, etc. Ya sean las clásicas formas de poder de la edad media; que él identifica, como las que sujetan al sujeto mediante el "arte espiritual" o prácticas religiosas. Que eran la forma de dominación e imposición interior, a la que ninguna otra forma de poder fáctico-empírica podía llegar, y que su instrumento más sutil y a la vez efectivo, era el modo y tipo de escritura. Que no solo les dominaba normativamente sus acciones y praxis, según el "deber" o "mandato exterior" determinado, sino que dirigían sus conciencias; y con ellas las facultades más performativas de la misma: ya sea la narración mítica, la imaginación e incluso la memoria. Configurando un dominio bíblico ligado al funcionamiento de las enseñanzas de Dios; al que había que oponerse a su relato, renunciar a la escritura establecida, y crear una nueva narración, un micro relato que lo hiriera y perforara; que presentase una alternativa al macro-relato de la "Escritura".

 Ofreciendo pues, una negación y oposición, no solo a lo existente, sino a lo dado, y por lo tanto "no ser gobernado" era rechazar, limitar y recusar el magisterio y la escritura eclesiástica (sea de un modo privado o interior). Mediante la creación de una nueva escritura, una escritura auténtica que se plantease si la "Escritura" (la bíblica-eclesiástica) era la verdadera escritura, la "verdad" en definitiva. Y ciertamente, esta nueva forma de escritura inaugural, esa escritura auténtica que ofrecía una oposición y rechazo a lo dado, es una de las formas más importantes de la "actitud crítica". Por no decir, el soporte indispensable de todo el contenido formal y sustancial de la "crítica". A su vez Foucault advierte que la escritura como soporte de la crítica, es históricamente bíblica, puesto que de ella y en oposición a ella se genera.

O como decía; ya sean formas de dominación modernas, como el caso de la Ilustración, en que la razón y la imagen racionalizada del mundo e incluso de Dios; ha conducido a la secularización de todos esos centros de prácticas espirituales, al desplazamiento del centro religioso (espiritual) por el despliegue y expansión de la sociedad civil. De tal modo, la des-centralización del espíritu (centralización del poder en la interioridad) ha conducido a la multiplicidad y multiplicación de los poderes en el espacio público/social. Centrando el problema en dos ejes, que recogerá muy bien Stuart Mill, y sobre el que girará toda su obra, estos son: el conflicto entre el individuo y el colectivo, es decir, cómo mantener la libertad y el espacio privado, la singularidad e individualidad y "mis" derechos frente a coacción de la sociedad. Y por otro lado, el problema de "quién nos gobierna", la pregunta por el buen o mejor gobierno y por los límites de su poder.

 Y de esta última; se desprende una sucesión de cuestionamientos e interrogaciones sobre el gobierno de cosas concretas y particulares; es decir: tal proceso de secularización o de escritura auténtica conduce a preguntarse, por parte de un "nosotros" (la ocupación de todo el espacio por la sociedad civil, y la consecuente idea de ciudadano).Por el gobierno del ejército, el gobierno de los niños, el "cómo" gobernar la familia, a los ciudadanos, a los grupos o colectivos de alteridad (lo "otro") esto es, al diferente. Y hasta incluso, el "cómo" gobernar el propio cuerpo, su movimiento, relaciones y mirada. Y por supuesto, la interrogación por el gobierno del espíritu; puesto que en la escritura anterior, las prácticas espirituales han sido eliminadas.

Por lo tanto, el "cómo gobernar" es una nueva forma de macro-escritura, a la que hay que oponerse, confrontarse y resistirse. Rechazarla mediante una nueva micro-escritura. Dicho problema, el del gobierno, ha sido "la" cuestión fundamental a lo largo de la modernidad y la pos-modernidad, con lo que se ha llegado a la multiplicidad de "artes de gobernar" que existen hoy en día; y a los que es necesario presentar una "actitud crítica", una contra-narración y contra-escritura.

Pero lo más importante a destacar de la "actitud crítica", como intentaba apuntar al principio, es que la esencia misma de la Ontología del presente, surge en la Ilustración en un sentido positivo. Y por lo tanto, también debe definirse por su contrario, por lo que "no es": la "actitud crítica", que no es lo que viene dado, lo "que es o hay"; sino lo que tiene que "llegar a ser". Es ese impulso de negación y destrucción de lo dado, de lo realmente existente, lo que permite construir un nuevo presente, un sentido a la actualidad, y por supuesto la verdadera constitución de un "nosotros". De esta manera, desde estos dos polos, la ilustración como configuración de una nueva conciencia y un "nosotros"; y la actitud crítica, como la negación, es lo que posibilitan una determinación y delimitación de la época. Y por lo tanto, abren las vías por las que hay que pensar el presente e inaugurarlo de nuevo, en una constante fundación del mismo, como negación: "arte de no ser gobernado" frente a la proliferación de los "artes de gobernar". 

Concluyo, que la "actitud crítica" no debe ser una facultad del espectador (teórico o filósofo retirado del "presente" -de la política para Arendt-), sino del agente, de aquel que participa de la acción, de la praxis del discurso, de aquel que es involucrado en un tiempo, aquel que construye un sentido para el presente, aquel o aquellos que fundan una "actualidad". En definitiva aquellos que han comprendido la esencia de los tiempos sucedidos a partir de la inauguración de un presente eterno. Esto es: desde el origen y fundación de la "ontología del presente" en que son los actores, los que mueven tanto la interioridad y exterioridad de los discursos de conocimiento-poder (aceptando la paradójica relación de contraposición fáctica y lógica). Los que en definitiva constituyen un "nosotros" (del que deriva necesariamente una actitud crítica, puesto que sin ella, no sería propiamente un genuino "nosotros"), como único legado positivo de los tiempos de las Luces (Ilustración).












miércoles, 26 de marzo de 2014

Michel Foucault; y la inauguración del presente (I)





Michel Foucault (1926-1984), destacado filósofo francés; alcanzó una fama y notoriedad en el París de los años sesenta y posteriores, que le convirtió en un icono y referente tanto de la reflexión y academia filosófica, como del activismo más bohemio y resistente al poder. No es necesario detenerse en su biografía, ni en sus peripecias políticas y filosóficas, ya que mi conocimiento es irrisorio si se compara con verdaderos expertos sobre el tema y fervientes apologistas de dicho autor. No pretendo ni exponer su complejo sistema filosófico en sus líneas generales, ni sentar cátedra descubriendo nuevas interpretaciones del mismo autor; simplemente pretendo centrarme en dos textos recopilados en formato de libro (Sobre la Ilustración; ed, tecnos), en los que a mi juicio, se presenta la distinción fundamental de la modernidad, pero sobre todo de la contemporaneidad.

Distinción que se hace hoy, de apremiante necesidad exponer y clarificar; puesto que gran parte de las conversaciones de sordos entre "la gaucho divine" de la filosofía académica, se producen precisamente por la falta, no sé si ignorancia, o ausencia de explicitación de las dos corrientes inaugurales del presente. Foucault encuentra el inicio o fundación de la posmodernidad, en un texto (el primer texto sobre el que baso este artículo) de Kant, sobre el que hizo un seminario, y el texto retozaba con el nombre: "Was ist aufklärung?" (¿Qué es ilustración?). En dicho texto, -no entraremos en detalles pormenorizados- Foucault adjudica a Kant la inauguración de las dos grandes corrientes, los dos corpus teóricos y reflexiovos (grupos) en los que los filósofos venideros se adjudicarán y amarrarán de tal modo que producirán un estado monádico de incomunicación entre ellos. Por un lado Kant inaugura lo que Foucault llama la "analítica de la verdad" y por otro "la ontología del presente".

La "analítica de la verdad" representa el programa crítico de Kant, la pregunta por las condiciones de posibilidad del conocimiento, la pregunta por: qué diablos es el conocimiento, cuales son sus medios o procedimiento de validez y legitimación, en fin; la cuestión por los límites y fronteras del conocimiento. A esto, le podríamos llamar: análisis conceptual; ámbito de la teoría, cuyos objetos son los de la razón pura, y cuestiones del mundo de las ideas platónicas, como aquello eterno, universal, general, irreductible, incorruptible, abstracto y especulativo. Aquellas cuestiones de las que en el presente, se ocuparía la filosofía del lenguaje, la filosofía de la mente/ciencia, la epistemología, semiótica etc. Y por otro lado: "la ontología del presente"; cuerpo o disciplina fundacional que se encarga de problemas de filosofía social, es decir, de la constitución de un "nosotros" del mundo del común, de lo colectivo. Es decir, descendiendo de los cielos de lo teórico (mundo platónico de las ideas), prestando atención y pensando la praxis, la práctica, la acción concretada en acontecimientos singulares del hombre en una realidad contingente, esto es, en el terreno de lo mundano, de lo corruptible, lo singular y discontinuo. Lo heterónomo; y hasta cierto punto, arbitrario en el sentido de impredecible y por lo tanto "sin-calusura", como diría Foucault, refiriéndose a sin causa.

Esta distinción no se refiere a la distinción clásica entre teoría y práctica, puesto que Foucault anuncia ( a parte de la muerte de sujeto, precedida por la muerte de Dios) la muerte de la teoría/práctica ( expuesta en el libro: "Diálogos sobre el poder") , como habitáculos diferenciados y delimitados, como compartimentos irreductibles con una constitución y demarcación bien definida, clara y fija, pero pertenecientes a una misma dimensión o realidad. Y en su lugar configura la interioridad y exterioridad de los discursos, el ámbito podríamos llamar, privado y el ámbito público de los discursos de conocimiento, en unos dispositivos y mecanismos heterogéneos, alejados de ese espacio o ámbito de despliegue y desarrollo homogéneo, neutro e imparcial de la investigación "científica" (análisis de la verdad). En que se entrelaza la descripción y la normatividad, es decir los hechos con los valores. Constituyendo así unos ficticios discursos cognitivos que realmente son prácticas performativas. Es decir, los discursos y procedimientos que tratan los límites y condiciones del conocimiento, que sería un programa o investigación crítica kantiana, se ha disuelto; ante la "actitud crítica", como el "arte de no ser gobernado" que sería la forma en que nos oponemos y resistimos al  nexo poder-conocimiento ( o poder-saber), como mecanismo de subordinación, coacción y dominación en la disuelta y "des-subjetivizada"  vida común de los individuos.

Así pues, cuando pensamos la política, la moral, la sociedad (...) estamos pensando la "actualidad de nuestro presente" es decir, estamos pensando la constitución de un "nosotros", construyendo nuestro sentido, un sentido al presente. Como la realidad del colectivo, del mundo común de red de relaciones, en que el sujeto esta disuelto en las estructuras de poder. Para Foucault en ¿Qué es la crítica? (segundo texto) la Ilustración, tras el S.XVII y la explosión y multiplicidad de poderes que se multiplican e invaden la vida de los hombres, es donde se estable un nexo de unión, un vínculo entre poder-saber, que proseguirá hasta nuestros días. Dicho nexo entre poder-saber, será lo que configure la aceptabilidad de un "sistema social" (panóptico): sea el sistema psiquiátricos, de enfermedad mental, el penitenciario, el judicial, el de la sexualidad-normal etc. Por lo tanto, lo que pretende Foucault es estudiar las condiciones, medios de aceptabilidad de lo aceptado. Es decir, de la verdad establecida en el espacio común, en el ámbito de lo político-social, y que ejerce un poder sobre nosotros, esto es, un "arte de ser gobernados", ante el que hay que oponerse y resistirse desde la actitud crítica: "el arte de no ser gobernado". El análisis que estudia la constitución del nexo poder-saber como "arte de ser gobernados", es lo que llamará Arqueología.

La situación y momento de esta extraña y particular unión y conexión de poder-saber, se da en esa especie de primavera orgiástica de cambios de conciencia y de modos de racionamiento, en la Ilustración. En este momento (Ilustración), se produce lo que Kant llamaba la "salida de la minoría de edad auto-culpable", emancipación y liberación de ese no poder dirigir uno mismo su propia conciencia, el no poder ser gobernado por si solo, el no poseer autonomía (libertad positiva). Que tras el proceso o movimiento de las Luces desaparecen, convirtiendo la razón en la diosa razón,  y maximizando la racionalidad de la realidad, en el mismo momento en que se da un desarrollo de la ciencia. Todo ello favorece, según Foucault, a una situación en que se produzcen excesos de poder, emergencias y inauguraciones de nuevas formas de poder, puesto que se vinculan mecanismos de poder y discursos emergentes de conocimientos. Nuevos elementos de conocimiento que comportan mayor control y vigilancia, ocultación y disimulo, mayor sutilezas para la dominación directa de los sujetos, que no podrían funcionar si no fueran acompañados por el proceder instrumental y técnico.

Los nuevos discursos de conocimiento, son saber y conocimiento porque están sustentados y relacionados con vínculos y estructuras de poder, que ahora ya no sólo ostentan la violencia o la fuerza física, sino que poseen, la "verdad" y al "sujeto" que esta gobernado por lo "otro" por la alteridad absoluta (Panóptico). Lo que parecía pues, como la era o movimiento de emancipación y liberación de los hombres, se torna como un vano intento invertido, que es ahora la génesis de todas las estructuras modernas de "dominación" o al menos de determinación: mundo burgués, sistema capitalista, los nuevos estados técnico-científicos (...) que constituyen e inauguran nuestra "ontología del presente" (manera de ser o esencia de nuestra actualidad).

Dicha distinción expuesta anteriormente, no es sólo propiedad de Foucault. Arendt, Nietzsche, Weber, Adorno, Habermas y otros (...) ya habían reparado en ella; pero sólo Arendt y Foucault recaen en Kant como fundador de la inauguración. Arendt recupera la distinción agente/espectador para exponer más o menos los mismos presupuestos de Foucault, con conclusiones obviamente dispares y diversas. El lugar de la filosofía, dice Arendt, había estado en el lugar del espectador, ámbito de la vida del espíritu, la vida contemplativa, y terreno de la renuncia y retirada de lo común (la política). Según ella, la historia de la filosofía política ha sido la historia del olvido o el exilio de la política. Por lo tanto, lo que se pretende es pasar al ámbito del "agente", de la acción; aquel que vive inmerso en el espacio común, inter-subjetivo, en el espacio público de aparición, desde donde debe pensarse la acción libre, como iniciadora (transformadora), corruptible y contingente, y no desde la eternidad de las ideas filosóficas.





































viernes, 14 de marzo de 2014

El aliento del lobo y de la princesa (II)






Las dos figuras descritas como el lobo y la princesa, son al fin y al cabo la concentración simbólico-explicativa de dos momentos de la historia ideal de la política. Es decir, un razonamiento poético-mítico de en qué dos momentos se encontró la política, y en qué se convirtió ella misma y sus productos o elementos cosntitutivos, según teóricos políticos, hombres mundanos e individuos académicos visitantes; que o bien trataron de racionalizar la política y simplificarla a un acto de construcción organizativa y gestora de bienes y posibles. O bien, la concibieron como el paliativo, la medicina, o el obstáculo de la generación de un instinto o condición intrínseca en la naturaleza humana, que convertía al hombre, por una generación o energía metafísica en un ser impropio y negador de sí mismo, una bestia amenazadora para su propia existencia.

Matizando y exponiendo más claramente lo que pretendo decir, he tomado la princesa como la representación poético-mítica de la Ilustración, entendiendo por eso: sus propios presupuestos y principios filosóficos, su momento histórico: sus estructuras, creaciones y nuevas formas, su proceso de racionalización del mundo y su imagen científica del mismo, el nuevo puesto del hombre y de la razón en el centro del mundo y de los distintos discursos de saber, su propio testimonio material: inicio del capitalismo y creación de una burguesía efectiva y aposentada como clase dominante (ostenta el poder). Y por supuesto, su larga tradición de ideales y pensamiento: portadora de la idea de progreso, naturaleza humana, emancipación, dirección de la propia conciencia, "sapere aude" (ánimo de pensar por uno mismo...) y un largo sin fin; innumerable en negro sobre blanco.

Tomando a su vez, al lobo, como la visión contraria y opuesta (a mi juicio equivocadas las dos) como el Mito que se opone al Logos ilustrado, como la figura del instinto de muerte, la perversión del hombre tras la imagen demoníaca, una bestia surgida da la desvalorización de este mundo, de la inversión de lo terrenal por los infiernos. Mito como perspectiva o sistema explicativo que describe y analiza ambas figuras, pero que en un caso (Lobo) no se resiste a tal calificación, y otra, que la niega, se contrapone, intenta suprimirla y superarla en la razón, sin darse cuenta de que en ambos; el aliento de uno sobre el cogote del otro, les delata como falsas máscaras de una verdad de la realidad que ha sido vista de distintas maneras. Para justificar intereses materiales y egocéntricos, como es el caso de lo político. La falta de crítica y examen neutral, imparcial y desinteresado ha conllevado a cambiar de forma, a variar su naturaleza y esencia en distintas etapas de la historia tanto real como ideal del hombre.

Se ha visto lo político bajo "prejuicios anti-políticos", como muy bien decía mi idolatrada Hannah Arend. Que vieron la política (dentro de la categoría medios-fines) como un medio o proceso de mantenimiento, trasformación o perfeccionamiento, que conduzca y aspire a unos fines superiores en la existencia del hombre, principios tales como que la política esta para garantizar o lograr la libertad, la justicia o la felicidad, cuando Arendt - y yo suscribo sus palabras- ve la política no como un medio, o como un fin, sino como "el Fin" del "nosotros". De nuestra unión y separación en un espacio "entre" que tanto nos aproxima los unos a los otros para conformar un espacio político, como que nos distancia lo necesario para salvaguardar nuestra libertad y nuestras diferencias de habla y acción entre iguales, que caracteriza a todo sistema que se diga político.

Pero el que nos interesa aquí (de los muchos prejuicios), es el prejuicio anti-político del "lobo", en tanto que es una mezcla de la política como objeto sacrificial para un bien o fin superior esperado y esperanzador para el hombre. Y el tópico peyorativo de la política como artilugio, instrumento o sistema de control de la bestia humana, puesto que no somos ángeles celestiales, en todo caso, ángeles caídos que han perdido sus alas, que deben redimir sus pecados y purificarlos en el largo devenir de la historia (mal entendida, como algo indiscernible o sinónimo de política) creciente, del progreso de la humanidad, como camino de penitencia y salvación. Sólo en sistemas políticos, que representarían el credo, la comunidad religiosa o la iglesia (estado), espacio dónde solo allí cabe amor, culto, veneración y "perdón", el perdón que buscamos por ser bestias y lobos entre nosotros, constantemente auto-dirigidos a Dios.

Así pues, el lobo no es más que la figura que me sirve para expresar tanto la mala interpretación de Hobbes y del cristianismo sobre el hombre y su organización; mostrando en la figura del lobo, la doble mentira o hipocresía, de ser en si mismo un mito y negar al propio mito, enemigo de sí mismo y de su propia conciencia. Necesario es destacar dos apuntes sobre la alegoría del cristianismo en la forma del lobo, puesto que cabe matizar y entender mi postura. Por un lado, el cristianismo como muy bien expone H.Arendt (¿Qué es la política?) pretende desprenderse y renunciar a la política reivindicando cuanta más libertad mejor para el buen desarrollo de su credo y actividad. Renuncia que es la oposición y negación de la política en un primer momento histórico, puesto que cuando la iglesia se abrió al espacio público, lo que pretendió es teologizar o cristianizar el espacio público, que por ser meramente público aún no es político. Subsumiendo lo público en la generalización de la "vida privada cristiana"  ocultando y aislando el espacio público que podría llegar a ser político, exiliando así la libertad de habla y acción fuera de los muros de la ciudad, convertidos ahora en iglesia.

Esta privatización de lo público, se produjo a través de ideas promovidas por San Agustín como "el estado de Dios", el "amor al prójimo", la "hermandad entre los hombres" y "el rebaño de Dios" (...) que convertían el ágora y el mercado, los espacios de libertad políticos, en el reino de Dios o el cielo en la tierra, y convertir al hombre en mortal, es decir aquel que desaparece, que perece y se hace invisible, que desaparece de lo público, que se hace invisible y perece en su acción política (libertad positiva). Negando la natalidad del hombre, aquel que irrumpe, interrumpe en el espacio político, iniciando una cadena de acontecimientos, y posibilitando un sin fin de acciones constitutivas de un cuerpo político plural y libre. Entendiendo así, que la política no es un mero espacio público de reunión, de congregación, de unión cultural, en que todos los hombres e individuos son homogéneos, iguales - no en la horizontalidad o en capacidad de habla y acción, sino en mimesis- traslúcidos y sin posibilidad de habla; puesto que el religioso (político profesional) habla por ellos. Sino que la política es aparición, visibilidad, habla y acción (en horizontalidad) libertad positiva, inicio de acontecimientos y cadenas de sucesos que cambian el presente etc.

Y en segundo lugar, el cristianismo secularizó y suprimió la idea de mito (crítica en el Nuevo Testamento), la idea del lobo como mito; puesto que es la constatación de la transición a algo mejor, testimonio y generador de transformación y cambio de forma (aunque no de contenido). Ese terreno que abrió y despejó, fue llenado por lo que luego sería su mayor enemigo, la ilustración y el predominio de la razón, bajo la forma de cándida y dulce princesa iluminada. El cristianismo no sólo produjo lo que M.Weber afirmó como el "Desencanto del mundo" que es la pérdida y caída del mito, y consecuente dominación de la razón sobre el mundo, sino que preparó y perpetuó, garantizó y protegió un espacio para una nueva concepción de la política (pre-juiciosa y anti-política) y la filosofía. Que luego darían una imagen del mundo científica y racionalista que se tornaría contra el propio cristianismo (religión) en una convivencia tensa y agresiva. Entendiendo este proceso ilustrado como el nuevo fin, la nueva salvación, como el proceso que iluminaria al hombre, lo formaría, lo intelectualizaría, liberaría y emanciparía en un acto de transmigración de lobo a princesa. Convirtiéndose así en la ley del desarrollo universal de la historia humana. Aunque como Gadamer dijó: la Ilustración no es la ley universal de la historia, es un hecho más en la historia de la humanidad, y ahí esta, la princesa es una princesa más, no es Dios, es una princesa con aliento de lobo.



PD: La figura de la princesa y la conclusión final, serán  analizadas en artículos siguientes: 




































martes, 11 de marzo de 2014

El aliento del lobo y de la princesa (I)



Según la idea, que de tanto repetirla ya ha perdido su fuerza y sorpresa, de Hobbes, de que el hombre es un lobo para el hombre. Que en estado de naturaleza, es decir en aquella desvirtuada igualdad invertida, igualdad por lo tanto en miedo, terror, horror, inseguridad y fuerza bruta (salvaje); el hombre es un depredador para el hombre, un peligro y su mayor enemigo para lograr sus intereses. No es una imagen que haya perecido en el camino del olvido. Es más, sigue tan presente como imagen en la conciencia colectiva mundana, como prototipo del individuo en nuestra sociedad civil, y como tópico de nuestra condición y naturaleza humana con el que hay que combatir y luchar, que determina y configura gran parte de nuestras relaciones sociales con los otros individuos.

No solo determina por lo tanto, nuestra proyección y acción en el espacio público, que correspondería con nuestra "externalidad" política, sino que establece las reglas de auto-comprensión con uno mismo y su preparación o formación en sus propias relaciones psicológicas. Estableciendo que el "yo" consciente del psicoanálisis esta pervertido y demonizado por la figura del lobo, que debe combatir con una conciencia moral "super-yo" que deberá prevalecer para instituir una imagen moral del mundo, ocultando y suprimiendo así, la raíz no metafísica de la política. Así construye esta idea antropológica (metafísica) del hombre como un lobo para los otros y para si mismo (sentimiento de destrucción que generará el sentimiento de culpa) que conducirá a un advenimiento de estructuras e instituciones revestidas de un poder y capacidad de violencia desmesuradas, si no en su contexto histórico de fundación, sí, exageradas y fuentes de problemas y desigualdad hoy día.

Plantear así la naturaleza del hombre, no solo es un debate metafísico imposible, sino la excusa perfecta para construir formas y estructuras que como ya hemos dicho; pudieran tener su sentido antaño (afirmación dudosa, puesto que se basa en una visión progresiva de la historia, en especial de la política) pero que hoy se manifiestan y presentan como la estabilidad y afirmación imperecedera de la concentración de poder vertical. Como única realidad sustancial, consistente y sólida que puede hacer posible la convivencia de lobos salvajes acostumbrados a la manada entre conocidos, pero no en convivencia con el hecho de la pluralidad, de lo distinto. La interpretación por el renombramiento constante de la tesis de Hobbes, conduce a entender que (ya no hay lobos sino licántropos) la política es la emancipación del estado natural, la represión y renuncia de los instintos de muerte y agresión, para ser superados en una obra mayor del colectivo. Fundada por una autonomía y supremacía de la voluntad (el aliento del lobo) que es el único presupuesto original de esta segunda naturaleza artificial y construida, que llamamos sociedad o Polis (política); cometiendo así, errores en la concepción de todos los términos políticos, de la buena política.

Como decía; el aliento del lobo, el único rasgo de humanidad, entendida esta como construcción a posteriori o como segunda naturaleza; es la voluntad del hombre, aquello que le impulsa a abandonar la sumisión determinista y su reducción a su condición de fiera y depredador, que vaguea por un ambiente que le es ajeno y peligroso, para, como acto de creación y libertad, consensuar y concentrar todo el poder en un único espacio. Delimitarlo, protegerlo y concederle autoridad, un respeto reverencial, casi mítico, místico y mesiánico a la nueva figura que a cambio de la renuncia de la libertad natural, les otorgará seguridad y protección, orden y limpieza. Oportunidad de desarrollo individual y la posibilidad de ampliar la voluntad, el aliento del lobo en su máxima potencia, dejando así de ser la humanidad un rasgo minoritario para pasar a ser el centro de "todos" (antropocentrismo y creación de la Polis).

Presentamos así, al hombre originario como un lobo, animalidad y brutalidad, arbitrariedad y determinación, que posee aliento (alma) de hombre, rasgo anímico y representación de lo espiritual, la voluntad que nunca se pierde y está en todo hombre en potencia. Exponiendo la construcción y creación del Estado (concentración del poder y monopolio de la violencia) como acto de la voluntad de renuncia y superación, situado en el centro de la Polis; de la nueva organización entre hombres normativizados y no entre fieras descontroladas y agresivas. Dando paso así, a la figura de la Princesa (Le Bourgeois revenant); máximo exponente de la cúspide o punta de la pirámide jerárquica de poder y refinamiento, cultura, formación y preparación (ilustración). En esta figura se representa al hombre en su máxima potencia, desvestido de los condicionamientos naturales y la determinación del lobo, dando lugar a la princesa, en su sentido de miembro de la máxima jerarquía de poder organizado y estructural. En su condición de ser femenino, es decir, refinamiento, ilustración, humanismo, estética, ética (buenos modales y normas de conducta civilizadas) limpieza y orden; y un largo sin fin de propiedades resumidas en el ideal de cultura Burguesa (aunque la princesa sea figura de la nobleza, de igual manera nos sirve).

Tal figura femenina y de poder nos sitúa en plena convivencia, en plena sociedad, en pleno sistema o estructura de dominación y opresión al individuo a cambio de beneficios, solo aptos y asequibles en cultura y sociedades; términos que se mimetizan y hegemonízan como lo político. La princesa es por lo tanto, la presencia y manifestación de humanidad. Personaje de cuentos y narración, pretende simbolizar y exaltar ese continuo narrativo imaginativo (sobre la existencia y condición del hombre) que posee, contiene y sintetiza  toda cultura y sociedad. Materialización del arte, que es testimonio de la historia (de la humanidad) objeto de rituales y posibilidad de trascendencia. Nada de eso es aceptado por Adorno en su teoría estética, pero tal consideración nos llevaría demasiado tiempo desplegar aquí, cuando lo que pretendo, es señalar que la princesa se sitúa en una dualidad peligrosa; esto es, entre el mito y la historia, entre lo que "es" y el "llegar a ser" (distinción de Adorno). Dualidad que entra en conflicto no sólo en estética propiamente, sino que también en política.

Puesto que la salida y renuncia del estado natural parece un proceso divinizado, trascendente y absoluto, un impulso (el de la voluntad o aliento del lobo -humano-) universal, eterno y perfecto, una emancipación y empoderamiento de la propia autonomía. Olvidando así la contingencia, la arbitrariedad, particularidad singular y terrenidad de la política; nada dada a lo absoluto (ausencia de relaciones puesto que es el todo) y poco amiga de lo inmutable y estable como imperturbable e incorruptible. Tal imagen sería la salvación y redención, la huida de la brutalidad, la domesticación y la luz en las sombras; un paraíso en el mundo y un Dios en la tierra. Entendiendo el estado (sociedades y culturas modernas) pues, no como producto del espíritu y de la historia, sino como un "Mito". Siendo el mito la negación de la autonomía, la sumisión de la libertad, la rendición a "fines superiores" y esperanzas o ilusiones banas de acabar con el aliento -ahora el de la princesa- que es el reducto de la naturaleza primera, el lobo en la Polis, el peligro de exterminio y violencia entre los hombres.  

 El aliento de la princesa es el del lobo, rastro de agresividad y muerte, de violencia y fuerza, sigue presente en las sociedades y agrupaciones humanas, sigue expulsándose en la exterioridad, que es lo público. Pero esta vez no como condición humana o principio metafísico irresoluble, sino como producto del Mito, de convertir al hombre y sus creaciones (estado y sus estructuras) en Tótem ( y a su vez en tabú).  Cayendo en el pozo del quietismo, el inmovilismo, la ignorancia (sobre lo político) y  las sombras de lo absoluto e ideal. Embruteciendo y sombreando las figuraciones de lo que debería ser la política, de lo que debería "llegar a ser", de lo que realmente podemos establecer como espacio público de acción y habla libres, sin influencia de la superstición político-metafísica.

Ambas figuras me servirán para describir la situación actual de la política, sumida bajo las formas de labor y consumo impuestas y magnificadas por el capitalismo; que ha relegado a la política a un inexistente plano. O en el mejor de los casos, la ha subordinado a la economía todo poderosa, nuevo paradigma del orden e imagen virtual del mundo, nuevo principio metafísico que sustituye al del hombre como lobo para si mismo y los demás.






















jueves, 6 de marzo de 2014

Hilary Putnam (IV)




Como iba diciendo en artículos anteriores - he tenido que hacer un parón en la publicación de esta serie de artículos sobre Putnam, ya que los misteriosos fenómenos, casi místicos de la fibra óptica me lo han impedido- ya sólo nos queda exponer su teoría, su alternativa en positivo, esto es, una explicación del funcionamiento de la mente y de la constitución de los seres humanos para con la realidad. Para Putnam la idea del materialismo o el "objetivismo", de que no existe tal cosa como la mente y que todas sus actividades, sean:  pensamientos, ideas, emociones, dolor, percepción (...) y que solo hay una sustancia material que es el cerebro que produce cierta parte de esas actividades y otras directamente no existen; es una tesis disparatada y sin sentido, es decir, contradice nuestra experiencia en el día a día cotidiano y la información de nuestro sentido común.

Es "evidente" y un conocimiento claro, que nosotros, los seres humanos, el hombre corriente que pasea el perro cada noche fumándose un pitillo, es un hombre con creencias, con deseos, sentimientos y que sus pensamientos, dolor y sentimientos como tales, no son cosas materiales ni se encuentran en nuestro cerebro.  La conciencia y la mente son entidades abstractas, intangibles y en todo caso teóricas, que todo hombree posee en mayor o menos medida. A la vez, la suposición de que los fenómenos "mentales" son ficciones determinadas y producidas por fenómenos físicos o constitución material, ya es la afirmación de que hay alguna cosa más que cerebro. Pero por si no fuera poco, Putnam afirma que el procedimiento mental o los fenómenos mentales no son producidos por eventos o estados físicos, ya que el hombre es "composicionalmente plástico" y por lo tanto no hay una sola condición suficiente y necesaria que produzca estados mentales o pensamientos en la mente del hombre, sino que hay diversos y múltiples condiciones y modos (medios) para poder producir un pensamiento o estado mental; no hay un único camino y condición para cada pensamiento o idea en la mente del hombre.

Podemos imaginar, seres lógicamente posibles con mentalidad o afectividad (igual que la de los seres humanos) y unas condiciones materiales y estructuras físicas distintas ( cualquier tipo de sustancia que no sea la "humanidad"); puede ser lógicamente posible la existencia de una misteriosa sustancia con una mentalidad, pensamiento (...) como la humana; por lo tanto seres fisiológica y físicamente distintos podrían tener la misma "organización funcional". Ya que los estados metales son "computacionalmente plásticos" por lo tanto, seres lógicamente posibles pueden tener pensamientos como: "hay una veintena de gatos en mi vecindario" o "recuerdo los puentes de París"  y hacerlo mediante un número infinito de "programas funcionales distintos". Esto implica que la mente del hombre y los estados mentales en sí, funcionan como un ordenador, son programáticos y plásticos como ordenadores ( no hay una condición suficiente y necesaria en términos computacionales) para generar estados mentales, creencias o pensamientos.

Esta capacidad como ya hemos dicho, no deriva de una misma condición física o material común en todos los hombres; una misma creencia puede ser compartida por individuos de distintas sociedades, culturas, naciones, sexo o clase, sin derivar de una misma condición física-material que pueda ser identificable con esa creencia. Por lo tanto, es posible pensar (cerebros en cubetas o extra-terrestres) en seres lógicamente posibles (es decir, que pueden ser verificables) que puedan tener estados mentales o pensamientos de la misma naturaleza o semejantes funcionalmente y parecidos computacionalmente hablando.

Para concluir con la exposición de las tesis de Putnam, que rompen con la tradición filosófica y propone una unión entre realismo (interno) y pragmatismo; cabe destacar la de la "relatividad conceptual" que no relativismo conceptual; niega el perspectivismo o el relativismo de "todo vale" cada concepto es válido puesto que es monádico etc...Sino que propone que no puede haber un "significado absoluto" de los términos y conceptos que describen la realidad; postula que la verdad es lo que un conjunto de individuos en condiciones normales (sentido común) y usuarios del lenguaje competentes (intelectualmente) pueden estar de acuerdo. Esto es, que la verdad como absoluto auto-revelado, como esencia escondida en alguna parte del mundo, o descubrimiento autónomo que hay que encontrar, son ideas equívocas. La verdad es lo que funciona y se adecua a nuestro sentido común, y que por lo tanto un conjunto de individuos pueden estar de acuerdo (no es consensualismo o verdad por consenso mayoritario) con ello. 

Como decía, la "relatividad conceptual" se refiere a que conceptos como "existencia" u "objeto" pueden ser entendidos sutilmente de diferente manera; aunque dentro de unos límites y un marco de juego común que lo proporciona el mundo, la realidad objetiva, la intuición y el sentido común. Para ello Putnam pone el ejemplo de un experimento mental, y piensa (no entraré en detalles y análisis sobre el experimento mental) en un mundo posible con sólo tres individuos, donde individuos son objetos y no ideas, estados mentales (...):

Este mundo para Carnap (el miembro más destacado del círculo de Viena y del positivismo lógico) es un mundo con los individuos: x1, x2, x3; ha esto lo llamaremos el mundo para Carnap. Los segundos que entran en juego, Putnam los llama los "lógicos polacos", otros miembros del positivismo lógico (logicistas radicales estc...) que interpretarían que ese mundo de tres individuos realmente no son sólo tres, puesto que cuentan tanto las partes como las relaciones entre ellas, que también configuran individuos. Por lo tanto el mundo para los lógicos polacos quedaría así: x1, x2, x3, x1+x2, x1+x3, x2+x3 y x1+x2+x3.

Aquí, vemos como dos concepciones de la "existencia" y de los "objetos" (individuos) dan resultados distintos (sobre la verdad del asunto) en su interpretación del sistema de un mundo con tres individuos, pero que mantienen un marco de referencia: el mundo, la realidad, la objetividad; puesto que el acto de contar es el mismo, solo que los "objetos" a contar los consideran de distinta forma, unos como individuos simples (las tres partes-objetos del sistema) y los otros como sus partes (los objetos) y las relaciones entre ellos, como posibles individuos u objetos lógicamente posibles en el mundo. Podría decirse, que es la misma diferencia que existe entre el verificacionismo "fuerte" y el verificacionismo "débil". Así pues, vemos como Putnam nos ofrece un sistema complejo y completo para pensar los problemas de la filosofía acerca de la verdad y la realidad, su lectura es compleja y lenta, pero como vemos altamente fructífera y enriquecedora.





















sábado, 1 de marzo de 2014

Hilary Putnam en el Mundo (III)





En el artículo anterior, nos quedamos en la distinción de las propiedades de primer y segundo orden. Podemos decir pues, que las de primer orden son propiedades intrínsecas de las cosas, pero cosas tales como el color, la solubilidad y la solidez son disposiciones y no propiedades intrínsecas de las cosas, haciendo así una distinción y demarcación entre lo que le es propio al objeto y cosa y lo que es su disposición o propensión, que a su vez tampoco son producto de las proyecciones o la deducción trascendental o cualquier otra facultad de los sujetos ( o hiper-sujetos humanos).

Para clarificar esta distinción y reforzar la explicación o la exposición del artículo (II) debemos ver la distinción entre disposiciones que ejemplifica Putnam: en primer lugar; hay Disposiciones estrictas es decir, aquellas disposiciones que "algo" (objeto o cosa) tiene para hacer algo. Y en segundo lugar, Disposiciones "ceteris paribus": aquellas disposiciones para hacer algo bajo "condiciones normales" o también definidas como "todo lo demás igual" es decir, manteniendo constantes todas las variables de un sistema menos aquella de la que queremos saber su influencia; esto es, negando u obviando las variables que desconocemos y tratarlas como si fueran constantes en un tiempo "t1" igual que en un momento "t2", tiempo de la predicción.

Las disposiciones estrictas son aquellas que están gobernadas por la "necesidad física" (dedicaré un artículo sobre las leyes naturales desde la perspectiva de Reichenbach; que girará entorno a la idea de necesidad y probabilidad en leyes físicas o naturales), es decir aquellas que no pueden ser de otra manera. Ya conozco clasificación de verdades lógicas (necesarias) y leyes naturales como contingentes y no necesarias, pero existen casos como el que citaré a continuación que parecen irrefutables lógica y físicamente. Putnam pone como ejemplo de: la disposición estricta de un cuerpo en reposo cuya masa no es igual a cero de viajar a velocidades por debajo de la velocidad de la luz. Y por lo tanto no puede moverse a la velocidad de la luz, es físicamente imposible; y este caso constituiría un propensión del objeto, en la que parece no haber ni la más remota posibilidad de que pueda realmente moverse a la velocidad de la luz; necesidad física. En cualquier circunstancia, contexto o situación , si el cuerpo en reposo cumple con la condición de "masa no igual a cero" no podrá ir a la velocidad de la luz.

En las disposiciones "ceteris paribus" Putnam pone el ejemplo de un terrón de azúcar que no se disuelve en agua. Es una disposición que no es estricta, es decir que necesita de "condiciones normales" ; y llamamos normales a aquellas condiciones, situaciones o circunstancias en que normalmente sí se produce el fenómeno de la disolución del terrón de azúcar en agua químicamente pura (puesto que si ya esta saturada de disoluciones anteriores...). En tal caso, en condiciones normales el azúcar se disolverá. Putnam describe distintos factores o condiciones que pueden hacer que el azúcar no se disuelva en agua, ya sea porque el agua se congela y con ella el terrón de azúcar ( por lo tanto no en cualquier temperatura se disuelve el azúcar en agua) o porqué disminuye la entropía, haciendo así que el terrón de azúcar en lugar de disolverse se des-disuelva.

Con todo esto, conseguimos determinar que el azúcar sólo se disuelve en agua dándose unas ciertas circunstancias y no en cualquier contexto o situación, por lo tanto vemos como la solubilidad tampoco es una propiedad que todo objeto soluble pose por igual y en común con otros objetos solubles. Vemos confirmada la tesis de que el color y la solubilidad (la solidez ya no cabe demostrarla) no son propiedades intrínsecas, sino disposiciones y que por lo tanto los "objetivistas" o Realistas metafísicos, los defensores de "las cosas en sí"; deben admitir la complejidad no cognoscitiva sino ontológica de la realidad, no todo esta en la representación ni en las cosas en sí (esquema de sujeto-objeto), existen las propensiones, algo intraducible e inconmensurable que complica el trabajo de los científicos y los filósofos aferrados a la tradición, pero que necesita de la concepción de la realidad tal y como nos la proporciona el mundo del sentido común.

Objetivistas y demás Realistas con "R" pretenden negar las tesis y teorías tradicionales de la filosofía del S.XVII pero mantienen sus esquema teórico, su terminología y sus conceptos categoriales. Para Putnam debemos romper con tales ideas y conceptos saturados por la tradición y su carga significativa, afirma que la idea de "proyección" de los objetivistas es la misma que la de los idealistas, y que ni ellos mismo saben lo que es. De la misma manera seguir distinguiendo entre sujeto y objeto es una herencia perniciosa del dualismo cartesiano, y seguir dudando de la razón y ver sospechosa nuestra relación mente mundo o mente cuerpo, son mistificaciones que ocultan la percepción neutra y objetiva sobre el mundo, una intuición directa sobre la realidad; estas ideas sostiene, fueron las de Husserl, Wittgenstein, Austin o W.James, quienes tuvieron el error de no expresar sus ideas convenientemente y correctamente, intentando demostrara así Putnam, que no esta sólo en el campo de la filosofía, que también existe una tradición, una revisión del pensamiento filosófico distinta a la más atávica y oficialista.

Con la reivindicación de la buena lectura e interpretación de estos autores, pretende abrir otra vez el tema de la intencionalidad, demostrando que tampoco es una propiedad intrínseca de los objetos, y que si es un problema tan insoluble es porque se ha confundido y solapado la intencionalidad con la proyección. Entramos así, de cabeza a un tema de filosofía de la mente en que objetivistas y demás materialistas eliminacionistas (son lo mismo) han sostenido que los fenómenos de la mente están determinados por estructuras materiales o fenómenos físicos; realmente niegan la mente como concepto y lo sustituyen por el cerebro, una base material sobre la que se producen todos los procesos cognitivos.

Putnam niega que la materialidad y los fenómenos físicos determinen los fenómenos o actividades de la mente, puesto que define la mente como aquella entidad abstracta que subsume un  conjunto de actividades; percepción, sentimientos, emociones, pensamientos, ideas, dolor, universales (...) todo aquello que va más allá de la materia (cerebro) puesto que es insuficiente para explicarlos, de ahí que se necesite postular una entidad abstracta que sea el conjunto de sus actividades sin necesidad que se produzca o derive de sustancia o materia alguna. Los objetivistas o Realistas (Dennet) llegan a sostener que "creencias" y "deseos" son invenciones y ficciones de la pomposidad del lenguaje, pero no son fenómenos reales; la postura de estos mecanicistas deterministas del S.XVII no han superado ni a Spinoza, Diderot, Descartes etc. En lugar de usarlos como lectura crítica para una cosntrucción hermenéutica, se fijan en sus trincheras y disfrazan de científico, lo que es un prejuicio metafísico casi arcaico y reduccionista. Para Putnam los fenómenos como la creencia, los deseos, los pensamientos (...) no pueden negarse, son evidentes para el sentido común, no se situarán en el mundo material, pero que duda cabe que configuran nuestro mundo de manera determinante. Ya hemos demostrado (Putnam) que no sólo hay "cosas en sí" (materialismos) y que estos determinan todo fenómeno sea ficticio o real, sino que hay mente como un entidad autónoma y propia.

Dejo aquí abierto el melón para el siguiente artículo, en que más que la crítica de Putnam a Realismos y materialismos eliminacionistas, ofrecerá una solución en positivo, tal teoría que explica la mente es el "funcionalismo" la idea de que los seres son "composicionalmente plásticos" y que sus estados y procesos (fenómenos) mentales son "computacionalmente plásticos" etc.