lunes, 17 de junio de 2013

Decisiones Políticas (II)



La idea central del anterior artículo titulado de la misma manera que el presente, sostenía y postulaba la idea de que todo es ideológico, es decir, todo ámbito social, humano, público, colectivo e incluso privado estaba subordinado y regido por la ideología, así pues, concluía  que ¿cómo no iba a ser cualquier movilización social en el espacio público de aparición, donde es el precisamente el  lugar de lo político, algo ideológico? ¿porque la ideología es vista hoy día en nuestros medios audiovisuales y de comunicación como algo peyorativo, como algo malo e inaceptable para un debate con sentido común y rigor "objetivo"? es decir como algo falso lo ideológico, como una lucha de intereses egoístas y partidistas, entendiendo la política como partidos, cuando son los partidos los que son políticos y la política no son solo partidos, en este maremágnum de distorsiones, inversiones del lenguaje político, tergiversaciones de su límite, ámbito y esencia, se mueve hoy, lo que llamamos la opinión pública, es decir los dispositivos masivos de mediatización, los medios comunicativos, las relaciones sociales y forma de poder fenoménicas, es decir la totalidad de lo que he llamado la "realidad de los intangibles", es decir esa realidad y sociedad del inconsciente  y fenoménica, en que el lenguaje se pervierte, se tergiversa, se transforma y disfraza, se muta y estereotipa, banalizando y trivializando sus funciones y capacidades.

Dentro de este contexto social, he encontrado últimamente más y mejores perversiones de los aspectos, fragmentos y parcelas que conforman nuestra realidad socio-política, en distintas tertulias, allí donde se forja la opinión pública, donde se constituye la realidad de los intangibles, puesto que ocupan el tiempo de lo político en ciertos temas de la actualidad a los que destinan un análisis erróneo e invertido a través de una perversión del lenguaje, terminología y concepto de "lo político", así he podido ver en distintas tertulias, es más, no sólo son declaraciones del común de los periodistas sino que es una moda que se esta hegemonizando hasta el punto de crear programas televisivos enteros destinados solo a tal fin, este fin es el de la objetividad, el rigor de los hechos, la exactitud de los datos y documentación, esta nueva tendencia, sostiene que la opinión, el discurso político e ideológico, son trincheras del interés y conveniencia particular, el egoísmo como término peyorativo y el ámbito de lo subjetivo y lo político como el combate indiscriminado, la auto-justificación y la auto-exculpación y excusación. Por lo tanto vemos como sostiene una postura política ultra-positivista, creen que los datos, los hechos, la documentación y lo objetivo pueden hablar por sí mismos, pueden dar sentido y significado, discurso y entidad en el ámbito de la acción, de la praxis, es decir de la vita activa como la vida social y política, nada más lejos de la realidad, estos periodistas ingenuos y pervertidores, juegan a la trivialización del argumento, la negación, marginación y ocultación de la opinión, por miedo a la densidad del debate, la pluralidad y la palabra, pero sobre todo por ignorancia, ingenuidad, banalidad e inconsciencia, estos son realmente los términos que describen tal tendencia y situación de la sociedad fenoménica y mediatizada.

Hecho ya un breve resumen de la situación, mi interés se centrará en analizar cuatro aspectos, por un lado, una filosofía del ámbito como distinción del espacio o lugar y ámbito, como términos políticos que intrinsecamente y consustancialmente implican funciones políticas distintas, es decir delimitan y "fronterizan" la extensión de la política de formas distintas y en cosas distintas, por otro lado me gustaría desmitificar los tribunales como lugar de la verdad, que hoy ante tantos casos y sucesos "sociales" se convierten en el mecanismo que proporciona "la solución última" y la verdad objetiva ante la que no hay respuesta posible desde el espacio público, en tercer lugar, reivindicar la extensión de la política más allá de la reducción democrática y finalmente criticar a los que consideren que esta, es el criterio y vara de lo bueno y malo político, de lo aceptable o no aceptable.

La distinción entre ámbito y espacio la considero desde un punto de vista conceptual y filosófico con implicaciones político-sociales, el ámbito determina y delimita una extensión, esta extensión es difusa, intangible, esta disuelta entre las distintas partes de la sociedad, encontrándose en aspectos y fragmentos de cada realidad individual del sujeto, es decir cada sujeto posee un ámbito en si mismo de lo político y puede crear y producirlo donde quiera, ya que como ámbito no es ni físico ni corpóreo, ni en él, se lleva a cavo ninguna actividad o praxis, es un "estado", mental, existencial o anímico (psicológico) del sujeto,no tiene límites físicos, materiales o corpóreos, sino que su limitación es el inteligible, es puramente conceptual y discursivo, su censura depende de la intelección, no de ninguna limitación material, imposición estructural o presión de poder alguno, es una cuestión de libertad de conciencia si se me permite la vulgaridad y el tópico, y una cuestión de relaciones de conciencias de sujetos inter-subjetivas. En cambio el espació es siempre una extensión material, corpórea y empírica, un lugar social de relaciones fácticas, una estructura material donde se realizan las distintas actividades o praxis, es el lugar en "acto" de la ejecución de la acción social o política, es la situación que en acto sirve y tiene la función práctica, es pues, cualquier edificación  o construcción social "pública" allí donde la existencia de particulariza y visibiliza, allí donde la voz se escucha, allí donde la acción influye y afecta, es pues cualquier lugar de la "ciudad" donde se pueda dar la acción política y discursiva, ya sean las plazas, las grandes calles con connotaciones políticas y económicas como pueden ser las avenidas comerciales, los ayuntamientos, las escuelas y hospitales, es decir, cualquier administración pública.

Espacio y ámbito son cosas distintas, podemos hacer filosofía del espacio, de relaciones corporales y temporales, o filosofía del ámbito, condición, circunstancia y conciencia, pero ambas aún siendo cosas distintas, pueden darse en la misma cosa, una plaza es espacio y ámbito público, es decir de "lo político", no es en absoluto contradictorio, términos opuestos o campos de experiencia irreductibles, son funciones y formas distintas, contenedores de un mismo contenido, "lo político".

Esta aclaración terminológica y linguístico-política, es una, entre las muchas que los llamados "analistas políticos", "expertos estatales" (como los que deciden el sistema de pensiones) y "entendidos"  desconocen, sobrepasan y sobrevuelan, son cuestiones de su disciplina que desconocen e ignoran, creando así un mensaje en los medios, en el ámbito de la mediatización que configura y constituye la información y elementos de los que dispone un individuo para construir mentalmente su experiencia de lo político y social y por lo tanto creando así una "realidad de los intangibles" o realidad fenoménica del inconsciente, haciendo imposible cualquier resolución efectiva de cualquier problema, la organización y movilización social en este contexto se hace imposible, de ahí que veamos la imposibilidad de cambio y transformación de las estructuras y formas políticas y de poder de nuestra sociedad de hoy en día, la imposibilidad de organizarnos, de movernos, de activar-nos y ser efectivos y eficientes en nuestra acción.


Concretemos pues, de nuestra dificultad o imposibilidad, falta de competencia y efectividad en nuestros acometidos sociales y su influencia en "lo político" da buena cuenta la pasividad e imperturbabilidad en que la sociedad civil acta ante la intoxicación, info-entrtenimiento, espectáculo y performación de los medios de comunicación, en sus difusiones y programaciones, concretemos el ejemplo en sus tertulias políticas, se da precisamente ese acto de perversión del lenguaje, esterilización y estereotipación, transfiguración y desvirtuación de la palabra y el discurso, en que reducen la política al enemigo, la opinión a lo equívoco y los datos a la exaltación más divina y trascendente, todo esto ante la docilidad, ingenuidad, pasividad, ignorancia y complacencia del espectador, por lo tanto, de todos "nosotros". Me centro pues en un caso que tuve la suerte o desgracia, de ver en televisión, un doctor y psiquiatra conocidísimo de esta país y habitual de los medios, que no conforme con sus disertaciones equivocas e inexactas que elabora en su consulta, se atreve a inmiscuirse en los asuntos que por supuesto ignora y desconoce, como son los temas de política y sociología, este, no es otro que el Dr.Cabrera, pero podría ser cualquiera, puesto que la cantinela la oigo en todas las tertulias, sin ir más lejos el programa de la sexta "el objetico" presentado por Ana Pastor, otros particulares como; el indeseable Paco Marhuenda, Alfonso Rojo, Fernando Ekaizer, Ricard fernández Deu, Miquel Jiménez y tantos otros, como podemos ver de todos los colores e ideologías, no es una cuestión de ideología, sino de conocimiento de la disciplina y la materia.

Según ellos, los datos, la documentación y los hechos son la "objetividad", esta se presenta como verdad, como lo que va más allá de lo político, como si todo lo político fuera falso, engañoso y erróneo -confunden "lo político", con los políticos- presentan los hechos, es decir las estadísticas, cálculos, probabilidades, documentos jurídicos, números y dígitos con una entidad propia más allá del sujeto, como si por ellos solos pudieran articularse y ordenarse para configurar un juicio o sentencia afirmando o negando algo respecto a "lo político" como bueno o malo, verdadero o falso, no se dan cuenta que tanto el que elabora los datos, al escogerlos y seleccionarlos ya los interpreta, igual que quien los expone ya los esta interpretando, estos no pueden darse sin más, deben analizarse, juzgarse y examinarse, y por lo tanto que fundamentan una opinión, es decir, que quieren evitar la opinión y la ideología, pero estas son inevitables, consustanciales, inherentes e intrínsecas a la cuestión y problema de lo político, son in-discernibles e inseparables, incluso el hecho mismo en el momento de estar haciéndose venia determinado por la opiniones de los coetáneos e individuos de ese momento.

Concluímos pues - y dejamos el tema de la democracia para un próximo artículo- que del debate y problematización de lo político no pueden emanciparse ni desprenderse, ni la opinión ni la ideología, sino que estos son esenciales para la interpretación, estudio, examen y análisis de lo que no posee entidad, fuerza o influencia alguna, ni capacidad  discursiva ni articulativa para conformarse en palabra o acción política, por lo tanto los hechos por sí solos no son nada, no son más que pura inmovilidad, banalidad y trivialidad, lo objetivo debe subjetivarse para ser óptimo útil y eficiente en la vita activa.