lunes, 29 de julio de 2013

El Reino de la Opinión (II)



Lo que intento constatar es que el régimen democrático es el "reino de la opinión", donde la opinión tiene una entidad absolutamente vinculante y un estatuto propio y revestido de autoridad. Se confunde el pluralismo constituyente del sistema democrático, con el relativismo y perspectivismo, una individualización de la verdad, irreductible e inalterable. Así lo que opina cada cual no tiene interdependencia con nada externo u objetivo, todo es producto de la propia especulación según criterios particulares para criterios particulares, que imposibilitan de manera teórica su puesta en común.

Aún siendo así imposible una correcta exposición en lo público, puesto que carece de condiciones de posibilidad para la verdad, ya que no hay tesis sino opinión, los individuos intentan imponer su opinión, intentan convencer de ella, y convertir algo esencialmente singular en un universal. Fundado con plena conciencia de la ignorancia y la especulación más confusa, oscura, de criterios puramente epidérmicos y sensitivos, nada racionales o contrastables inteligiblemente. Así pues, en el "reino de la opinión" jugamos a un juego de seducción sensitiva y emotiva, a un juego de gustos y desagrados, una pura estetización de la política que como dijo Benjamin, conduce a fascismos, que son lo más alejado a las democracias representativas deliberativas liberales.

Una pura teoría de la sensación como atracción y convicción, es la que determina la elección de unas ideologías y unos discursos políticos y no otros, olvidando y renegando, desvinculando y desplazando así el contenido conceptual y teórico del mensaje discursivo y la palabra política, y fijándose en su modo, método o medio de transmisión del mensaje. Como decía McLuhan el medio es el mensaje, o como decía Adorno, el medio se ha convertido en el fin en si mismo. Pero todo esto no obedece, a una perversión o corrupción de la democracia, en una involución o degeneración progresiva, es el constituyente y fundamento de la idea misma de democracia, en que la opinión no es un germen externo, un virus exterior que enferma el sistema, sino que la democracia es el sistema que acoge las opiniones y el relativismo frente a los despotismos ilustrados, aristocracias de los mejores, o dictaduras de la élite intelectual poseedores de la verdad.

La democracia se opone precisamente a esos regímenes devaluando las tesis, el conocimiento, y la verdad, por el miedo al autoritarismo y totalitarismo, convirtiéndolo todo en opiniones igualmente válidas independientemente de lo que digan y de quien las diga. Cobra sentido pues, como decíamos al principio de la primera entrada, el renacimiento del debate sobre las tensiones entre política (democracia) y filosofía. Los pragmatistas liberales sostendrán que es el mejor de los sistemas posibles, o "el menos malo", e incluso te dirán que si quieres convencer debes opinar y entrar al trapo del juego estético, superficial, banal y estereotipado del debate democrático, sino no te quejes y sigue con tu vida de obediente y dócil oveja de rebaño, sometido a la dictadura de la mayoría, de lo dominante, de la tendencia y el gusto, una dictadura de lo sensible y estético. Puesto que si apuestas por rotundidades teoricas, afirmaciones trascendentes o categóricas, si crees en un monismo y una sola verdad, serás visto, como partidario a la seudodictadura, en estos términos Rorty y Berlin se dirigen a los que reivindican la la filosofía en política.

Vemos como los políticos están encerrados y preocupados en sus encuestas de opinión, sus estadísticas y sus datos, absolutamente determinados, subordinados y dependientes de esos papelejos y cifras arbitrarias, superfluas, imprecisas, artificiales y absolutamente pre-fabricadas para contentar y satisfacer a la población en un acto de cinismo y doble moral. En lugar de emanciparse del clientelismo, y servilismo de la "opinión pública", que es la que impone estos criterios, y autoafirmarse en su discurso ideológico y propuestas de realpolitik, estos se encierran en sí mismos, su intención es un funcionalismo y pragmatismo más rentable para su partido orgánico y vertical, y el mantenimiento del statu quo. 

Esto sucede precisamente por tener la opinión como núcleo de nuestro sistema político, hacia lo más liviano, simple, superficial, cercano y empático, es hacia donde tiende la mayoría, masa o vulgo no instruido. En el que ya no se presenta como un problema o una víctima, sino como dueño y señor, ya que su opinión es tan aceptable como la de un catedrático, erudito o profesional de lo que fuera. De esta manera se enturbia, oscurece y se torna resbaladizo, jabonoso y viscoso la posibilidad de discernir y razonar en términos de categorías políticas tradicionales o renovadas pero con material o contenido político, que de serlo, siempre es tradicional o heredado. Las clasificación y separación en tendencias políticas, se ha casi difuminado en el debate público, lo máximo que se llega es a decir izquierdas o derechas, pero como sabemos, eso son mitos de la unidad, que esconden una pluralidad y diversificación de ideologías y disciplinas muy diversas y distintas, tanto podemos encontrar reaccionarios en la derecha como en la izquierda. En la derecha en los conservadores, y en la izquierda en el comunismo. De la misma manera hay elementos progresistas en uno y otro, los liberales son progresistas y entran en la derecha,  y los socialistas son progresistas y son de izquierda, y así sucesivamente encontramos como hoy, ya no se sabe muy bien lo que se dice cuando se dice algo, y comúnmente no se dice nada.

Vemos así, una homogeneización de las ideologías encarnadas en los partidos, una blancura, neutralidad, y juego común, que me obliga a derivar y tildar el pensamiento y praxis política española de hoy, como el pensamiento Alicia. Así tituló un libro ensayístico (Zapatero y el pensamiento Alicia) Gustavo Bueno, filósofo asturiano, y máximo exponente de la filosofía y el ensayo filosófico en Europa, sobre el pensamiento político de Zapatero. Pero que a mi juicio, es extensible a todo el pensamiento de la política española. El pensamiento Alicia que constituye el pensamiento de nuestros políticos, se opone a la utopía, la cual, desde Tomás Moro, expone una sociedad ideal sin especificar como llegar a ella, o por que caminos transitar. Transmite una sociedad inaccesible, en ningún tiempo y en ningún lugar. El pensamiento Alicia por el contrario, niega y suprime el utopismo y la política de cuentos y fantasía, y se amarra a la realidad más contingente y empírica, y la convierte en Alicia. No es un alejarse de la realidad para ir a un mundo de imaginación, fantasía,  literaturalización o arttistismo, sino que hecha raíces en la realidad más factual e inmediata.

Expone una situación en que los objetivos de la nueva realidad política, son ideales ingenuos, cándidos, basados en una filosofía rudimentaria e infantil,. Ideales como la paz, la alianza entre civilizaciones, el progreso, el pleno empleo, la felicidad, la seguridad y estabilidad. Como principios de la no preocupación por los problemas políticos, y un sin fin de palabras que recuerdan a Ford: "un coche para cada obrero", el "café para todos" el "consenso y pacto de estado". La característica de este pensamiento Alicia, vemos que es, como en la novela de Lewis Carroll: la facilidad de entrar a través del espejo y aparecer en un mundo al revés, y la imposibilidad o la extrema dificultad de salir de él una vez se ha entrado.

Cuando digo "al revés", en términos políticos, me refiero a la intuitiva y lúcida concepción primitiva de la política de C.Schmitt, que identificaba la relación amigo-enemigo como la esencia de la política, el conflicto, la lucha, la política como política exterior y por tanto como polemización y confrontación con la nación extrangera, y la constitución y legislación como la posibilidad de mantener la unidad en la propia nación. El "pensamiento Alicia" invierte esta concepción, la "desnaturaliza" y artificializa una nueva concepción de la política, como buenista e infantil, como la Zapatero y Rajoy. En que la alianza de civilizaciones, el europeísmo, el cosmopolitismo, el multiculturalismo, son objetivos sencillos, fáciles, plenos y óptimos, sin tener en cuenta las limitaciones éticas, su imposibilidad fáctica, el conflicto, la lucha política y la dificultad dialéctica que ello supone. Piensan que con el "buen talante", la "buena voluntad" y el progreso, -entelequia como proceso universal del siglo XXI- bastarán para la plenitud y absoluta realización, de esta nueva "política Alicia".

Concluyo pues, que este fenómeno no es propio sólo de España, toda Europa esta sumido en él, por la lógica de la evolución -que no degeneración- del sistema democrático, puesto que la opinión lo fundamenta y constituyen, y de eso surge y deriva lo de hoy.Por lo tanto, no es sólo una cuestión de la clase política, sino que la sociedad civil u "opinión pública" también se empapan de este pensamiento. Un ejemplo de ello, son las protestas del 15M.

 Planteo este artículo, desde el examen más objetivo y constatándolo con juicios de hecho, ni juicios de valor ni opiniones al respecto caven en el. Planteo simplemente una tesis descriptiva de la política actual, y la deriva de las democracias cada vez más arcaicas, cansadas y quejumbrosas.











domingo, 28 de julio de 2013

El Reino de la Opinión (I)



La eterna pugna y tensión entre política y filosofía es hoy, o debería ser, uno de los puntos centrales de nuestro debate y pensamiento resolutivo, un problema que distintas escuelas filosóficas y distintos pensadores han intentado resolver y solventar. Este problema se enmarca dentro de un contexto y circunstancias determinadas de la modernidad, este no es otro, que el sistema de democracias liberales y sociedades burguesas en el que nos vemos inmersos e involucrados. Tal sistema posee implícito un seguido de conceptos abstractos e ideologías que conforman su cuerpo fáctico y dan sentido y significado a las materializaciones y encarnaciones empíricas y estructurales de la realidad, y es precisamente sobre esos conceptos e ideas implícitos en el sistema, sobre los que versa mi análisis.

Denomino precisamente "reino de la opinión" a este sistema político de democracia liberal burguesa, ya que democracia es el poder del pueblo, la voluntad de la mayoría y el juego de convencer y ser convencido para llevar a cabo acciones o actos políticos, es decir de gobierno, gestión o control de la polis (ciudad). De esta manera lo que cuenta en estos sistemas político es el debate, la palabra y el discurso, el peso de los argumentos y la tozudez de la voluntad y la intención. Y el problema que de aquí se deduce, no es su forma, sino el contenido de su forma, es decir, el problema de la democracia y los sistemas discursivos y deliberativos, no es que se resuelvan sus problemas mediante la palabra, la acción en lo público y lo colectivo, mediante el consenso, el pacto o el contrato,sino la esencia misma de ese contenido, ya sea por su veracidad o falsedad, su peso o ligereza, su solidez o inestabilidad.

Con esto quiero decir que la solidez, veracidad, trascendencia y rigor de una opinión no son suficientes para llevar a cavo un "acto político", veo necesario pues, la necesidad de introducir la distinción entre las opiniones y las tesis. Más allá de su uso cotidiano, vulgar y corriente, en el que decimos y usamos teoría, tesis y opinión indistintamente, me sitúo en un plano superior, académico e intelectual, para así, poder diferencia una cosa de otra, y hacer ver y notar la drástica y absoluta diferencia existente de una cosa y otra, de consecuencias y resultados trascendentes para nuestra vida política.

La opinión es doxa, y como decía Platón, poseen un aparte de verdad y una de falsedad, son la sombras de la caverna, de las ideas. La opinión tiene un carácter psicologista, subjetivista, meramente especulativo sin enraizar con la objetividad, carece de una necesidad de rigurosidad, importancia o profundidad conceptual. En cambio la tesis es episteme, tiene la pretensión de ser conocimiento, caracterizado por una rigurosidad, metodología y proceso absolutamente racional, por lo tanto de análisis objetivo, con pretensiones de verdad. Una tesis puede ser falsable o errónea, pero esta constituida por la observación, el examen y estudio objetivo conectado con la realidad, no es una mera invención, inclinación o anunciación producto de mis prejuicios, creencias o sentimientos, emociones o palpitaciones, intuiciones y elementos psicológicos, propios de la opinión. Sino que pretende desligarse de lo subjetivo y psicológico, y buscar el análisis puramente racional (objetivo) sobre conceptos, ideas, abstracciones e ideologías.

 El núcleo de nuestra sociedad y de nuestra democracia esta mediatizado y abarcado por lo llamado "opinión pública" que se refiera a las opiniones dominantes, predominantes y hegemónicas que cubren nuestra política y se presentan como "la voz del pueblo" como si fuera un solo cuerpo o unidad. Ese corpus constituido por opiniones es el que los políticos, sociólogos y periodistas usan como referente, el que usan para realizarse y encontrar el reconocimiento, es el criterio de corrección de la vida pública, convirtiéndose así un conjunto de consideraciones particulares, psicológicas, subjetivistas y de carácter personal y sentimental, ligadas a manías, malas vibraciones, prejuicios, odios irracionales, histerias y demás, como lo predominante y esencial del discurso político.

Incluso podemos ver esto en el mismo parlamento o en la mismas tertulias de debate y "análisis político", en que unos y otros en lugar de presentar y postular tesis, se tiran los trastos a la baza, sacan a relucir los trapos sucios, sacan a pasear vendetas, rencores, resentimientos personales y un sin fin de consideraciones emotivas y psicológicas y experiencias subjetivas con "los políticos" y la "política de los políticos" pero no sobre "lo político". En todo caso, lo que reivindico aquí, no es la eliminación de la opinión, ya que hasta cierto punto, la experiencia personal y la intuición, considero que son herramientas y elementos de conocimiento y juicio certero para la praxis, pero no deben jamás, ni ocupar el lugar de lo teórico, ni mucho menos abarcarlo todo lo existente en el terreno de lo público, ya que también hay espacios de reflexión y no solo de ejecución.

Sin ir más lejos, en nuestro parlamento los políticos se dedican a jugar como niños en el recreo al "y tu más" o al "y tu también" o a quejarse por la herencia recibida como determinación absoluta y categórica que nos condena al inmobilismo y pasividad y a la imposibilidad de la actividad. El último pleno parlamentario protagonizado por el portavoz del Partido Popular, Alfonso Alonso, abogado y filólogo, que compareció a causa de la inexistencia, ni en plasma, del presidente del gobierno Mariano Rajoy, para dar explicaciones sobre el caso Bárcenas en general y los sms de camaradería en particular. En esa comparecencia el portavoz Alonso debía contestar y responder en una situación de alarma, a todas las preguntas de los grupos parlamentarios allí representados, el susodicho, se encargó de contestar a las preguntas formuladas no con argumentos de peso, cosa que no esperábamos, ni tan siquiera con retórica o sofística, sino con el crudo y descarado insulto, incluso con descalificaciones personales en el caso de la respuesta a UPyD, llamando cobarde y casi loca a Rosa Díez, terroristas a los nacionalistas y de incompetentes a los socialistas.

Sonados son también los insultos y comentarios prejuiciosos, psicologicos y resentidos del presidente, a la misma Rosa Díez, cuando esta le solicita e interpela con críticas a su gestión y a sus políticas, este le responde con juicios sobre su pasado, su carácter, su condición mental y otras barbaridades inadmisibles, ante la imperturbable mirada de consanguinidad de los presidentes de la sala,Celia villalobos (PP) y Jesús posada (PP). Esto entre otros escándalos y aberraciones de nuestros políticos, que no poseen discurso, sino capacidad de denigrar al "otro".

De este modo, podemos ver como la influencia y fuerza de la opinión pública a descentralizado y desplazando del ámbito público y de los espacios políticos, la teoría y las tesis, los discursos sobre las grandes abstracciones ideológicas, lo conceptual o las ideas más prácticas y útiles pero que deben ser bien fundamentadas, en su nombre han aparecido los gustos, las tendencias, las estadísticas que registran las modas, lo deseado, lo caprichoso e instintivo, lo más epidérmico e irreflexivo. Todo aquello que la opinión pública que considera como bueno, y como dijo Spinoza, el hombre no desea, quiere y anhela lo bueno, sino que llama bueno, aquello que desea, quiere y anhela.
















domingo, 14 de julio de 2013

Reflexiones entorno al Cine (I)



Anoche disfrute en compañía de buenos amigos, de un clásico del cómic llevado al cine: Batman, de Tim Burton. El visionado de la misma, me suscito algunas reflexiones sobre el cine y el film en tanto que teoría estética y política. Algunas reflexiones sobre su ritual, su espacio, su función, su influencia masiva o pública, su forma y su contenido.

El recuerdo de las reflexiones de W.Benjamin acerca de la cinematografía, expuestas en su célebre obra, La obra de arte en su era de reproductibilidad técnica, se me tornan vivaces y despiertas en cuanto me conciencio de que voy a ir al cine, en cuanto acordamos con los amigo ir a ver tal o cual película se inicia en mi, el proceso de un ritual estético, antesala del goce, y posiblemente tanto más placentero que la cosa misma. Pero siempre con un ojo extra-cinéfilo o artístico, abierto y despierto para analizar y examinar todo lo que sucede en una sala de cine, entre sus integrantes como espectadores y público, en tanto que estructura y espacio, y el mismo objeto o film, el mismo contenido de la película en sí.  

En esta entrada, no me centraré en su crítica esencialmente estética del cine, como actividad sin "aura", es decir, sin autenticidad, identidad y originalidad, componentes que confieren y constituyen "la obra de arte", sino que me centraré en su análisis político, ideológico y social del film en tanto cual. Basándome en eso, me es imposible negar algunas tesis de Benjamin respecto al cine. Este, actúa como un mecanismo performativo y un dispositivo ideológico, que es destinado a las "masas" sociales como un segundo mundo, una segundo realidad, donde se da el campo de la imaginación, del sueño, la esperanza, la aventura, la ficción y el asombro. Un ámbito que actúa y se "presenta" como oxigenador y respiradero, como lugar de libertad absoluta y emancipación del colectivo respecto a sus determinaciones y represiones de una sociedad cotidianizada, esteriotipada, normativizada, convencionalizada y reglada por distintas estructuras arquetípicas y ancestrales de poder. Como pueden ser, escuelas, oficinas, edificios, estaciones, casas, fábricas y un largo sin fin de formas y estructuras político-sociales de dominio y subordinación, que componen nuestra realidad.

A mi juicio, el cine sí es un arte, pero no por ello negaré su carácter productor de formas y arquetipos a imitar y a seguir socialmente. No negaré su carácter mecánico, industrial y automatizado de desplegarse y desarrollarse como un dispositivo objetivador y cosificador, como un arte de masas, que intenta inspirar el deseo de posesión, mímesis o imitación, emulando figuras heróicas o hépicas, encarnaciones de la libertad o de cualquier otro ideal, que la "mäquina" ideológica pretenda enseñar a la masa. Es más que un mero campo de entretenimiento, espectáculo y diversión, más que un mero producto vacuo, vacío, neutro, transparente y pasivo. Es un producto político, porque en su naturaleza tecnificada y automatizada esta el esenciar mismo de la cosificación y objetivación de sus resultados, el transformar y configurar ideológicamente (en el sentido más amplio) a los espectadores o público. No por ello lo considero menos arte, pero sí que su reflexión estética esta tornada e inclinada a pensarse como una estética política, como algo de influencia social, política, moral e ideológica.

Pretende ser la ideología referente y dominante, es un macro-mecanismo que tanto es un reflejo crítico de la sociedad, una recreación o representación ficticia de la realidad, que actúa como campo de pruebas o ensayo en el abito y la costumbre, o como un mecanismo transfigurado, pervertidor e inversor de la realidad "real", un dispositivo que pretende implantar una ideología, visión o perspectiva determinada. Esto se ve claramente con la gran industrialización del cine y automatización de la cultura burguesa, la gran industria de Hollywood no actúa gratuitamente, se mueve a través de la producción de fetiches y deseos de posesión para la masa.

En la película de Batman podemos ver perfectamente como se nos presenta en apariencia, una simple historia de entretenimiento, espectáculo, actividad constante como ritmo de nuestros días, sentimentalismo y un tratamiento de la emoción pueril, simplificado y absoluto, como perfección y plenitud estética, como el fin último del hombre y aquello que permanece como sustrato unificador de la película. Nada más lejos de la realidad, se nos presenta la tópica lucha del bien y el mal, pero sería una simplificación y una vagueza intelectual analizar la película así. El bien y el mal están revestidos por una caracterización, representación y una serie de matices que les sobrepasa en significado y simboismo, cierto que es que Batman es el bien y Joker el mal, en una lectura superficial y correcta, pero lo más interesante es jugar con la profundidad del asunto y concretar y singularizar su "hacer". Representando Batman lo apolíneo y Joker lo dionisíaco.

Lo apolíneo es el símbolo de la serenidad, la armonía, la claridad, la medida y la racionalidad, los principios nietzscheanos del hombre noble o superhombre. Confrontado a la visión dionisíaca, símbolo de lo impulsivo, la voluntad desbocada, la ebriedad, la pasión pura y lo excesivo. Así vemos que Batman, es transparente en sus sentimientos, de temperamento calculado, sereno, ponderado y moderado, su pensar y actuar es puramente sistémico, normativo, geométrico y racional. Yen cambio, Joker, representa el !sí¡ a la vida, el vitalismo, la aceptación del dolor y sufrimiento, el erotismo y la sexualidad brutal, lo orgiástico y desmedido, lo desbordante y excesivo, un afán de vivir por encima de todo, voluntad de poder.

En términos políticos, podemos decir que Batman es el ejemplo a seguir, el referente y héroe, el código moral aceptado, la mujer a la que aspira y el amor que se procesan son el deseo y fin de todo hombre (individuos de la sociedad real). La normatividad y regularidad, Batman es el código encarnado de "lo bueno" y aceptado, frente a la ruptura con la norma y el diálogo, la libertad absoluta, la emancipación de la moral y la apología de los vicios y la anti-virtud, representada en marginación y soledad, incomprensión y reclusión, ya que Joker vive recluido, lo encarna el villano o anti-héroe. Todo esto bajo la idea de una sociedad -representada en la película como Gotham City- vil, miserable, corrupta, sin alma y peligrosa, que debe recuperar los valores y virtudes, el carácter y la costumbre, para eliminar todos aquellos elementos turbadores y corruptores. Queda pues demostrado, como el aparato cinematográfico, la industria y la tecnificación del cine sirven para imponer, transformar, introducir, reflejar o convertir ideologías en los sujetos o espectadores de la realidad primera o "real".









miércoles, 10 de julio de 2013

Perfil Esquivo



En la historia de nuestro periodismo, de nuestro panorama informativo de negro sobre blanco, podemos destacar cinco grandes nombres, a cada cual más virtuoso, oscuro, perverso, misterioso o perplejo, estos no son otros, más que: Torcuato Luca de Tena, fundador de ABC, Juan Luís Cebrian, director decimonónico del Grupo Prisa, Luís Maria Anson, director de múltiples y más destacados grupos de información españoles, como la agencia EFE, diario ABC, La Razón y columnista asentado en trona de rey del diario El Mundo. Emilio Romero director del mítico Diario Pueblo, periódico del sindicato vertical, en el que convivían grupúsculos de todos los colores, ya sean comunistas, marxistas, anarquistas y resistentes del régimen, con sindicalistas verticales, franquistas convencidos, conservadores y minar-quistas. Director que la comunidad periodística considera, o como el gran periodista del siglo, o como el gran sátrapa y vulgar sirviente del poder franquista. Las filas se desdoblan en admirar su capacidad de dirigir y cubrir toda la realidad bajo el manto informativo, y en criticar con dureza su censura, su cinismo, su doble moral y su actitud despótica y autoritaria.

Para finalizar, nombraré al que quiero analizar detenida pero no largamente. Pedro J.Ramírez, el jovencísimo director (28 años) de Diario 16 y fundador y director de El Mundo, el rotativo de mayor tirada nacional hoy. Y pionero en la innovación y transformación de la información en nuevos soportes digitales, virtuales y tecnológico, como: internet, ipad, y nuevas aplicaciones como Orbyte.

No pretendo idealizar ni idolatrar a Pedro J.R, no pretendo santificarlo ni adorarlo, es más, sus cercanías confraternales, con partidos y grupos del conservadurismo, su apología del liberalismo y centrismo reformista - cuando lo oigo decir que es de centro, sé que es de derechas, igual que cuando oigo afirmar a federico Jiménez Losantos que es de derechas, sé que es de ultra-derecha, siempre hay que tirar un peldaño, una casilla a la derecha las declaraciones de los periodistas-  me sitúan a las antípodas de su pensamiento y discurso. Su postura neutral para conseguir lectores, su mayor afán en esta vida, su incansable hambre de noticias, su necesidad impulsiva de destapar casos de corrupción y su excesivo protagonismo mediático como salvador de la patria o Juana de arco con tirantes, bajo la imagen del pasivo agresivo, hacen que mi juicio y opinión del mismo, sean despreciables y absolutamente contrarias.

Sin embargo debo admitir, sin permitir mi juicio personal, moral y político respecto a él, que su diario, que él fundó, dirige y diseñó, es el único constante en la lista de los cinco diarios que rotativa-mente leo al día, entre digitales y "de papel". Comparto exactamente la misma idea que él, de cómo debe ser un periódico, como debe organizarse, estructurarse, dirigirse y presentarse. Debo destacar su habilidad para venderlos y hacerlos como objetos fetiche que deben acumularse para la historia, entiendo y comparto la misma idea de qué es un periódico. El Mundo, es dentro de los diarios actuales, un diario sectario y dogmático como todos los demás, y no veo mal que así sea. Sólo que no es cortesano, orgánico, de partido, vertical, superficial y disperso, es un diario que busca la reflexión, da un gran espacio a la opinión, al artículo y columna; busca transmitir ideología e ideas al debate, y por supuesto lleva inscrito en su sello, una marca de crítica independiente, polémica, y vita activa indudable, lleva el discurso, la palabra, la conversación y parlamentarismo como estandarte.

La constitucionalidad, legitimidad y búsqueda de la justicia son sus principios integrantes, por mucho que ni a  mi juicio lo consiga, se debe admitir que serían la representación del "hombre de estado" o de la razón de estado moderno encarnada en los medios informativos. Hecha la introducción, me gustaría analizar el perfil esquivo de uno de los grandes del periodismo, sea a nuestro pesar o desgracia.

Hombre de personalidad, egocéntrica, narcisista y movido por la absoluta ambición en su vida, se muestra avispado, listo y espabilado, bajo la imagen del decoro, el talante, la moderación y el afable trato entre colegas y compañeros de figuras arquetípicamente  masculinas y poderosas. Apático, frío, estable, revestido de autoridad y tono bajo no exaltado, pero, hablador y persuasivo, tozudo y perfeccionista, busca siempre la noticia y la información como único objetivo, su vida esta dedicada exclusiva e íntegramente a la prensa y la actualidad. Hombre ilustrado y literato, en sus lecturas predominan la historia, la política y el periodismo, juega con la lírica, la épica, la "literaturalización" y el "artistismo" en sus artículos, con los paralelismos históricos y el eterno retorno de los acontecimientos en todos sus editoriales.

De difícil trato personal, sus colegas y compañeros, destacan que es un hombre poco dotado para la amistad, centrado en si mismo y sus asuntos, antepone su interés, sus objetivos profesionales y su apéndice, El Mundo, ante todo proyecto personal, sentimental o emotivo. No acostumbra a mantener profundas o íntimas conversaciones, los amigos parece que le interesan sólo por su función laboral o su posición en el periódico. Quiere poder y obtiene influencia, vive conectado casi las 24 horas a su ipad, su ventana al mundo. Dispone de poco tiempo para la reflexión en general, aunque procura impresionar con sus escritos, extensos, culteranistas, algo barrocos, revestidos del estilo sagaz, aventurado y despreocupado del periodismo americano. No le importa el enemigo, el precio o los medio, para llegar a su fin, lo demás cobra un carácter secundario, su profesión, su idea sobre la misma, y su escondida vanidad, lo hacen personalmente detestable, pero goza de unos sentidos sobrenaturales, para la producción, creación y venta de diarios, un olfato periodístico algo inusual y especial, una vista di-seccionadora y un interés y vida volcadas para la información.

Podríamos resumirlo con la frase: "el fin justifica los medios" por mucho que él lo niegue.






martes, 9 de julio de 2013

Voluntad y Compromiso (II)




En el artículo anterior realicé una visión global, una enmarcarción de la terminología, ideas y conceptos sobre las cosas de la política que iba a usar, para exponer e iluminar con intención de reparar algunos problemas que se desprenden de nuestra condición y circunstancia política actual. Partiendo de una democracia representativa y deliberativa, no es más que un concepto que sirve para revestir, enfortecer y revitalizar lo que la palabra democracia como ámbito de espacios idóneos para la vida pública, significa, me sirve para partir de nuestra situación y solventar sus defectos, problemas y dificultades.

En nuestra política global, general y comuna de lo llamado como la "eurozona" existen un conjunto de problemas comunes que se dan idénticamente iguales, uno de estos es: el distanciamiento de las declaraciones y las realizaciones por parte de los "hombres de Estado" aconsejados por sus "expertos" y "técnicos" que les ofrecen una visión especializada y profesional sobre una parte de la realidad que no pueden conocer por si mismos, por una simple cuestión de limitaciones humanas. En este sentido quiero exponer el gran problema con que no encontramos hoy. No puede, como ya vengo sosteniendo en distintos artículos anteriores, una inconsciencia tanto social (el hombre de la calle o la masa) y política (hombres de estado, profesionale so expertos) que produzca y constituya una dualidad entre lo fenoménico y la "cosa en si", que es, como decía Hannah Arendt, la que nos hace estar en el mundo, en conexión y rumbo a los acontecimientos objetivos de la misma.

Los motivos por los cuales se crea esa inconsciencia de no saberse a si mismo, ni sus circunstancia, que a su vez producen esa no determinación y juicio de lo fenoménico y lo nouménico, sin distinción o diferenciación, fortalecen así lo fenoménico y crean una apariencia, una ficción y recreación falaz, no solo externa, de la "cosa misma", sino que se inicia en una representación mental y personal, que hace mucho más difícil la tarea de co-responsabilizarse y concienciarse de uno mismo y sus circunstancias. Podemos ver, como lo fenoménico posee un contenido, algo así, como un alienador, ver el producto de nuestra acción, es decir de nuestro quehacer y actividad política como algo ajeno, externo a nosotros, impropio y extraño, que acaba por la aceptación de la no acción, esto es la palabra y el discurso en la vida pública.

La fenoménico nos hace ver una realidad social inofensiva, neutral, pasiva y des-ideologizada, que realmente ha sido patrimonializada por lo político, de esta manera la enajenación entra a formar parte de la escena, una no identificación, determinación o juicio correcto sobre la realidad de las cosas. Hannah Arendt sostiene que el problema del olvido de la actividad o ámbito de la acción, se produce por un excesivo y magnificado interés por la labor y el consumo, es decir el trabajo, el producir y el fabricar, síntomas inequívocos de la lógica del sistema capitalista. Este interés, importancia y atención única a la labor y el consumo, conducen al desarraigo y aislamiento de la masa, entre ella misma y respecto a los "hombres de Estado" gobernantes o profesionales, que hacen que se confronten con sigo mismos, ante el vacío y la desorientación de lo que hemos dicho las decisiones en los acontecimientos objetivos de la realidad.

De ahí, de esa causa localizada, surge el efecto de que hoy, en nuestra sociedad -y englobo aquí a la sociedad civil y a los gobernantes- se produzca un distanciamiento frío y sólido, aparentemente inquebrantable, inexpugnable, insalvable, una brecha y abismo que hace imposible la relación y el vínculo con la palabra entre el poder constituyente y el constituido. Y que a su vez hace imposible la exigencia de voluntad y compromiso para realizar aquello que prometieron, que anunciaron que ejercerían y harían en la acción y lo público y que después desaparece, se desvanece y se difumina en el silencio, el anonimato, la inocencia y la excusabilidad. Eso soló es posible, cambiando nuestra dirección intelectiva, nuestra consciencia, y nuestra voluntad y reflexión moral, para con el compromiso con lo político, aceptar que todos "nosotros" somos políticos, que pertenecemos a un grupo o colectivo heterónomamente y necesariamente y por lo tanto, por determinación e invariabilidad, debemos articularnos y actuar desde ese sustrato de lo político, desde la palabra, el discurso y la razón, englobado esto en la acción.

Concluyo, que lo necesario es la realización efectiva y factual  de la idea completa de democracia representativa deliberativa (participativa claro esta) que se materializa y encarnice en un sistema en que la voluntad moral y ética sean reales, visibles y constatables, vinculantes y revestidos de autoridad (respeto) en que por motivos de esta misma naturaleza, se pueda de manera efectiva, desposeer de cargos públicos, destituir de relevancia y suspender su poder. Y que por supuesto las estructuras necesarias sean efectivas y realizables, sean reales, vinculantes y por supuesto visibles, señalables y localizables para todos.



lunes, 8 de julio de 2013

Voluntad y Compromiso (I)



Tras intensas y fecundas conversaciones bajo el sol abrasador de las dunas de la playa catalana recién estrenadas, las comilonas y refrigerios mediterráneos, y los primeros chapuzones del año, junto a la mejor compañía imaginable; pretendo dejar el análisis y examen estructuralista de la realidad política que nos envuelve e invade, aparcado y estancado, no renegando de él, sino centrando mi interés y precisión en una reflexión de política humanista. Que comprende al hombre y al sujeto como el centro del problema, pregunta y cuestión política, y que intenta reflexionar desde la mismidad e individualidad, la responsabilidad y conciencia de cada individuo para con la política, es decir, pretende pensar lo político, la solución de los problemas que de la política se derivan desde una perspectiva y visión moral y ética de lo público y colectivo, esto es de lo político.

Esta misma visión moral y ética, no es otra cosa, que un análisis del carácter, usos, comportamientos, costumbres, normas establecidas y hábitos de los ciudadanos, de los sujetos que interaccionan y conviven entre sí, cambiando su carácter, actividad y acciones, inclinan-dolos hacia el "buen carácter" o "buena vida", esto es, una vida virtuosa, correcta, buena y sobre todo justa. Para solventar y solucionar las dificultades, problemas y acontecimientos adversos que se nos presentan entre "nosotros", entre el colectivo y la comunidad. Así pretendo en esta entrada discurrir y discernir sobre los principios básicos establecidos y aceptados, dejando la influencia directa y precisa de las estructuras de poder oficiales y ocultas, dejando factores y elementos que por espacio, tiempo y capacidad, influyen determinante-mente en la dirección y rumbo de los acontecimientos y el devenir de lo político, pero que no puedo analizar.

 Este examen partirá de la democracia como el mejor de los sistemas posibles, así lo creo e intuyo, aún pareciéndome interesantes otros puntos de vista, teorías, tesis y sistemas políticos que divergen y distan de tal posición. Sean posturas oligárquicas aristocráticas y elitistas, filosofías platónicas o filosofías de la historia teleológicas o finalistas que conducen a regímenes más o menos absolutos y autoritarios, dictatoriales o profesionales, y otros ejemplos de finalismos políticos y determinismos políticos basados en la necesidad e irresistibilidad  del Destino, o razonamientos ontológicos y esencialistas. 

Decía pues, que parto de la democracia liberal burguesa como un preacognita aristotélico, es decir, como un conocimiento verdadero y "a priori", aquello que sabemos y damos por supuesto, una certeza y una verdad fundamental de la que no se necesita demostrar su verdad, puesto que su certeza y evidencia se conoce por vía directa, previo a todo análisis, siendo un principio inicial o causa "in-causada". Así pues aceptamos que la democracia es el mejor de los sistemas posibles, y es precisamente el que organiza, gestiona y estructura nuestra sociedades.

La Democracia liberal no es otra cosa que el gobierno de la mayoría, el gobierno del "demos"( pueblo), un sistema en que la opinión, el discurso y la palabra cobran la máxima importancia y significación, son los únicos elementos e instrumentos vinculantes en la acción, su legitimidad, corrección, aceptación y justicia dependen del consenso y pacto común, del acuerdo entre las partes, por lo tanto requiere por parte de los integrantes de tal sistema, la capacidad de convencer y ser convencidos por los argumentos del otro, es decir presupone una honradez y nobleza moral en el individuo para admitir que el "otro" tiene razón, y aplicar en la acción o vida público su propuesta. Esto presupone a su vez una cierta capacidad discursiva, argumentativa, coherente y racional para el buen funcionamiento de la misma, es un requisito que obviamente no todos los integrantes pueden cumplir, de ahí la idea de ampliar el concepto de una democracia representativa deliberativa, un sistema del que disponemos a medias, pero que existe, compuesto por comisiones, comités y organismos  que se dediquen a pensar específicamente sobre campos de interés e influencia político-ética, sobre las cuestiones del colectivo, de todos "nosotros".

En el caso español, no existe ni una predisposición, voluntad o compromiso ni por parte de la sociedad civil - aunque hoy empezamos a verlo a raíz de movilizaciones sociales- ni por parte estatal,  institucional o administrativa, para aceptar las premisas y principios básicos del diálogo y el discurso de persuadir y ser persuadido. Vemos como el pueblo se aleja y distancia de los políticos, aceptando que ellos no lo son, y esperando obedientemente que otro solucione los problemas colectivos o generales. Los políticos han instaurado una jauría, una casta política y oligarquía que no permite el contacto, ni la incidencia, ni el diálogo, discusión, polemización o argumentación con nuestros representantes -que no dueños soberanos- se ha hecho imposible una unidad política, una movilización o acción conjunta o cualquier posible vínculo o relación comunicacional. De la misma manera han profesionalizado sus cargos, han secuestrado las funciones de todos, a la vez que la sociedad civil se ha desprendido de ellas con grato gusto, docilidad, complacencia, ingenuidad y desvergüenza, como si de cargas y trastos inútiles se tratará, nada como el contrato social, los deberes y obligaciones civiles que garantizan y afianzan sus derechos, les ha importado en absoluto.

Una democracia deliberativa no solo consiste en unas estructuras, formas sistémicas o elementos que la constituyan, eso es puro marco y esquema de posibilidades, debe existir una reflexión que impulse a la acción, una motivo racional, una intención fundamentada, y sobre todo voluntad y compromiso para encender los mecanismos sociales y políticos necesarios para que nuestras administraciones, organizaciones e instituciones cumplan con decoro, rigurosidad, precisión, perfección y exactitud su función. Como ya hemos dicho, las estructuras despertarían muchas preguntas y cuestiones, problemas y dudas, sobre su fundamentación, constitución y configuración, sus efectos y posición como juegos de poder, un largo cuestionario y batería de preguntas que no desvirtúan ni anulan, la reivindicación de una conciencia político-moral colectiva mínima, es decir, no en tanto que una conciencia colectiva identitária que nos homogeneice y estetice, sino un mínimo acuerdo ético para con la responsabilidad colectiva moral que cada individuo posee  para con los demás miembros civiles.

Debemos pues, crear mecanismos políticos vinculantes y con suficiente autoridad, que desde la sociedad civil puedan ser articulados y accionados, mecanismos de control y corrección revestidos de vigilantes que vigilan al vigilante, estos pueden ser como ya hemos dicho, comités y organizaciones enraizadas y fundadas en la sociedad civil, de libre elección, periódica y selectiva. Esta idea más bien obedece a la tesis de Delleuze, de combatir el poder unitario, centralizado y jerárquico del Estado, clase dominante o establisment, que ejerce un poder totalizador, universal y hegemónico de coacción y subordinación ante la sociedad civil, no con la misma forma "isomórfica", sino desde una red de relaciones "sociales" trans-disciplinar y en multiplicidad, pero concretando la acción en cada ámbito particular y propio.

Frente a un poder totalizador, la sociedad popular debe responder con distintos y diversos frentes activos, fragmentarios y parciales, locales y preventivos, y eso constituiría una nueva contra-estructura para vigilar y controlar las estructuras establecidas. Pero el primer paso para ello es tomar consciencia, responder de nuestros actos y mantener una integridad moral común, es decir, un "esto nos conviene a todos y es por y para todos", una integridad, dignidad y fuerza colectiva. Por muy ideal que suene, en el campo de la acción organizar tales estructuras, espacios, organismos, o grupos no es tan disparatado, es una simple y a su vez compleja, cuestión de voluntad y compromiso colectivo, social y político.














miércoles, 3 de julio de 2013

El Lenguaje como Realidad



Que duda cave que el lenguaje en el terreno de lo político y en la política, es decir en el ámbito intersubjetivo de lo público y en las intenciones, usos y comportamientos de los políticos, actúa como un mecanismo performativo y conformador de experiencias, esto es, nuestra conciencia, que a su vez constituye de facto una realidad con todo lo que ella significa. Es decir, el lenguaje constituye nuestro mundo de sentido y significado, nuestros referentes y elementos del discurso, aquello que nos permite hacer visible, señalable, explicable y comunicable tal o cual objeto de la realidad, aquello que sustantibiza lo insustantivo, que subjetiviza lo objetivo, que revive lo muerto e inerte. No es una mera herramienta, una técnica más, un mero recurso, es sustancialmente nuestra manera de construir experiencias y de referirnos a la realidad objetiva y sensible, y a su vez, de construir una realidad inteligible y conceptual.

Según una concepción de "externismo semántico", el significado de los signos y símbolos lingüísticos del lenguaje lo dan las sociedades, los contextos y circunstancias de usos y comportamiento, es decir las disposiciones de los individuos, por lo tanto son variables, flexibles, intersubjetivas, externas, normativas y transparentes, eso añade un carácter susceptible de ser un arma política. Esto quiere decir, que el lenguaje puede alterar, reproducir, crear o fabricar fenómenos, meras apariencias y ficciones de la realidad, puede crear otras realidades, haciendo así nuevas conciencias, es decir modos de actuar, costumbres y hábitos prefabricados a voluntad de un interés. Por lo tanto, el crear un cierto estado nacional y social a través de la repetición, la manipulación, la desinformación, la difusión hegemónica de un mensaje, proclama o idea, configura las conciencias de los ciudadanos menos instruidos intelectualmente o de espíritu más conformista, dócil ingenuo o domesticable que una sociedad pueda tener. Quiero decir que manipulando las circunstancias que nos rodean, comunicando y transmitiendo invertido y pervertido el contexto que nos envuelve, se crean falsas realidades para que constituyan su conciencia y juicio los ciudadanos.

Un ejemplo de ello, de la perversión y tortura del lenguaje, del secuestro e inversión del lenguaje fue el régimen nazi. Goebbels en 1941, revestido de autoridad, y desde una postura de poder y dominación y con una capacidad de vínculación de sus opiniones con la realidad, relataba y describía la situación nacional a su país afirmando: que la guerra no era una guerra, sino el devenir de los acontecimientos, que la había originado el Destino y no Alemania, y que era una cuestión de vida o muerte, es decir de aniquilar o ser aniquilados. Con este tipo de declaraciones y mediatizaciones consiguió determinar y regir las conciencias de su población. No se entienda esto como un lavado de cerebro, o una conspiración "orwelliana" de la neo-lengua de una manera radical y literal, pero la idea abstracta que impulsa todos esos relatos es la que en el mundo político existente se ha ejercido y se ejerce.

  Mediante las frases estereotipadas, las expresiones coloquiales, convencionales y cotidianizadas, el uso constante de las mismas palabras, la repetición de clichés, los discursos rutinarios y eufemísticos, las mentiras y los engaños, se consiguió edificar una "realidad nazi" o "realidad alemana" antisemita y totalitaria,   reaccionaria y derechista, de la que gran parte de la población alemana no judía, defendía activamente o aceptaba con consanguinidad y beneplácito. Es decir, servia tal manipulación y secuestro del lenguaje, para crear una realidad dónde no sólo la clase dominante, interesada y oligárquica se saliera con la suya, sino para que el resto de la población aliviara su carga y responsabilidad de los hechos, suspendiera su juicio y conciencia, creando así un pueblo sumido en la mendacidad, en la impunidad y la hipocresía, acrítico e irreflexivo, dócil, domestico y obediente.

Este método empleado de manera flagrante, directa y descarada por los nazis, es lo que tanto en nuestra realidad nacional y sub-nacional, es decir española y catalana, estamos viviendo hoy día, sea por el asunto de la crisis o el problema secesionista y unionista. Vemos como los voceros del gobierno español trufan la realidad y los recursos de ella, llaman ajustes a los recortes descarados, llaman re-organización estructural a la privatización y desmantelamiento del "estado del bienestar", llaman emprendedores a los autónomos de toda la vida fastidiados por la dejadez y olvido del estado hacia ellos,llaman democracia a la partitocracia u oligarquía, llaman "técnico" a lo "ideológico", "soacial" a lo "político" y llaman flexibilidad laboral a la precariedad laboral.

No se queda atrás el cortijo y feudo del señor Mas en Cataluña, llama "procés de sobirania nacional", a la emancipación de la burguesía catalana, llama independencia a la interdependencia, llama derecho a lo ilegal y llama dret a decidir, al miedo de la burguesía a perder sus condiciones materiales. Por no hablar de su manipulación mediática, identifica el problema y los opresores de Ctalaluña con España, crea un enemigo ficticio y común a todos para dar sentido y cuerpo a su iniciativa política e ideológica que se construye por negación dependiente y no afirmación autónoma, y así con un sin fin de secuestros y ficciones aparentes y fenoménicas.

Es necesario mantener una filosofía del lenguaje clara, sólida, firma y blindada, que llame a las cosas por su nombre, alejada de los convencionalismo estériles, los clichés, los arquetipos y figuras ficticias, performativas y prefabricadas por el interés teleológico, para mantener una sociedad consciente y crítica, plural y discursiva.












lunes, 1 de julio de 2013

Ovejas y Corderos del feudo Catalán



Ante los acontecimientos del sábado pasado día 29/6/2013, en que se encontraba una multitud rebosante de júbilo y alegría revolucionaria de salón y copa de cava, ante el esperpento de ver clamar a una multitud numerosa y esplendorosa por la libertad y el derecho a decidir dentro de los límites de las absurdos límites de un campo de fútbol, -no hay lugar más vulgar para reivindicaciones políticas-, sentados en las nubes más elevadas de la estetización y artistización política, no puede resistir el expulsar unas cuantas serpientes de mis interioridades.

Cómo es posible que un pueblo sucumba ante las ficciones fenoménicas, ante los discursos estereotipados, los rituales simbólicos exaltados y a su vez cotidianizados y rutinarios convirtiéndose en irreflexivos e irracionales, se dan los clichés populistas y demagógicos y la complacencia y consanguinidad de la más alta y apestosa burguesía catalana y el pueblo más llano y vulgar cosificado y enajenado ante la abstracción en forma de cuento y panacea, que las disposiciones de la clase o casta política intentan inyectar como ideología predominante. No vaya a ser que Marx tuviera razón, y que la ideología es una imagen, una visión y perspectiva invertida, pervertida y trufada por la clase dominante, una ficción performativa que expresa las ideas dominantes, es decir las ideas que convienen a la clase dominante y es inyectada e inoculada en momentos de debilidad y miseria nacional, como el escenario de la actual crisis. No vaya a ser verdad, que el opio del pueblo los convierta en "zombis" políticos, autómatas del "régimen" estético establecido y sirvientes dóciles y obedientes que como ovejas y corderos se dirigen por su propio pie al matadero, es este caso al campo de fútbol.

El espectáculo, en el peor sentido de la palabra, destilaba un aroma teatral, casi sórdido por los hechos culturales -así lo llaman a eso- allí acontecidos, me sorprende como se puede caer ante mitos pre-fabricados, ante creaciones ideales y abstracciones irracionales sin un ápice de crítica, examen o mínimo análisis, el problema a mi juicio, y por mucho que me pese, debo admitir que aquí, mis posturas estructuralistas como formas y dispositivos de poder, control, disciplina y dominio no me sirven, puesto que no existen en el panorama nacional catalán como para poder atribuirles las responsabilidades, causas y efectos de la alienación y enajenación colectiva. Debo pues admitir a mi pesar, que lo que yo veía inimaginable, impensable e imposible, se cumple, aquello que una vieja (joven) amiga me advertía y me decía, me objetaba y cuestionaba:  el poder puro de la conciencia -en este caso inconciencia irreflexiva- personal e individual, hace posible tal esperpento y distorsión pervertida de la pesada realidad.

Yo sostenía convencido que lo que realmente hace posible tal enajenación, tal control o engaño, lo que mantenía en pie este fenómeno, esta mera apariencia de independencia y la exaltación de tal proyecto nacional no podía ser la reflexión ética y moral para con la política desde la individualidad, el tomar conciencia y saberse uno mismo y sus circunstancias, sino las estructuras donde el sujeto se encuentra diluido, disuelto y dispersado, despersonalizado y desideologizado, encontrándose pues en un lugar neutral, vacío, imparcial, social, útil y seguro, y donde en esa precisa falsa seguridad se dejaba llevar por el devenir de la propia lógica interna de la estructura, véanse administraciones o instituciones "sociales" públicas.

Nada más lejos de la realidad, el sábado tuve que darme de bruces con la verdad de los hechos, en el caso catalán no existen todavía, tales estructuras y mecanismos de poder, simplemente el poder de la acción y la palabra, es decir, el mero discurso, parlamentarismo y retórica nacionalista burguesa a conseguido desde unos estados de autoridad -la clase política dominante nacionalista- imponer unos cánones, unas normas, unos convencionalismos y costumbres que han convencido y convertido a una mayoría notable de la sociedad civil, han secuestrado la cultura y la belleza, han "patrimonializado" la lengua y capitalizado la identidad individual, así debo pues decir, que lo que me parecía que no podía, ser, que con el mero discurso ideológico voluntario y la inconsciencia se pudieran manejar, moldear y controlar masas, se ha producido a mi pesar y con razón de mi vieja y adorada amiga.